miércoles, 22 de junio de 2011

Hezbollah y Siria: ¿Líbano al borde de un nuevo conflicto?


El Ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Walid Moallem, negó que Hezbollah e Irán estuviesen ayudando al régimen sirio en la represión de los manifestantes y se limitó a señalar que el apoyo recibido era político y no militar. Moallem, también negó que hubiera habido injerencia de Siria en la formación del Gabinete de Najib Mikati y agregó que el presidente sirio no tiene tiempo de intervenir en los asuntos libaneses.

Sin embargo, Moallem se negó a comentar sobre los enfrentamientos armados del viernes en Trípoli, entre el barrio predominantemente alawita de Jabal Mohsen y el de Bab al-Tabbaneh de mayoría sunita.

Desde la oposición siria se conoció un video de un supuesto miembro de Hezbollah, Hammad Yahya, en el que afirma haber recibido entre u$s 1.000 y u$s 3000 para ayudar al Ejército sirio a suprimir violentamente las manifestaciones anti-gubernamentales. Según Yahya, Hezbollah ha enviado un convoy de 45 autobuses con personal equipados con armamento pesados hacia Siria; las declaraciones de Yahya concuerdan con lo manifestado por soldados sirios que desertaron en el norte de Jisr al-Shughour.

Fuentes cercanas a Hezbollah, señalaron que la resistencia se está preparando para una posible guerra con Israel, para aliviar la presión occidental para derrocar al presidente sirio Bashar Al-Assad. Hezbollah ha apoyado a los movimientos pro-democracia que derrocaron a los líderes aliados de Occidente –como sucedió en Túnez y Egipto- pero se no quedará de brazos cruzados mientras aumenta la presión internacional sobre Al-Assad para que ceda a los manifestante e inclusive, sea derrocado.

Hezbollah no va a intervenir en Siria ya que este es un asunto interno del presidente sirio, pero si Occidente se prepara para derrocarlo, el escenario cambia y pasa a ser una lucha por la existencia del grupo y será el momento de devolver favores hacia Siria. Por otro lado, Hezbollah considera que Occidente está trabajando para remodelar el Medio Oriente mediante la sustitución de Al-Assad, con un gobernante amigo de Israel y hostil para con la resistencia; si bien la vida de Hezbollah no está exclusivamente vinculada al futuro de Al-Assad, su salida haría dificultaría las operaciones de logística para la resistencia islámica ya que gran parte del suministro de equipos bélicos cruzan por las fronteras de Siria.

Giora Eiland, ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional israelí, considera que Hezbollah entiende que si hay problemas en Siria -y Al-Assad se derrumba- entonces, además que su ayuda de Siria no está garantizada, habría tres posibles escenarios: un resultado positivo, democrático, con Siria controlada por sunitas, como la Hermandad Musulmana; que Siria se fragmente en diferentes grupos étnicos o que elementos extranjeros - como Al-Qaeda - utilicen la inestabilidad en el país para su beneficio.

Aunque una guerra a gran escala que involucre a Hezbollah, Siria, Irán y Líbano por un lado contra Israel apoyado por Estados Unidos, es poco probable no se pueden descartar incursiones y ataques esporádicos que alteren la vida cotidiana aumentado la incertidumbre e inestabilidad en escenario de por sí caliente. Hezbollah ha mantenido su control sobre la zona sur de Líbano, aun con la coexistencia de las Fuerzas de Naciones Unidas en el terreno y ha repuesto su arsenal luego del conflicto de 2006 con Israel, por lo que la amenaza es creíble y posible desde el punto de vista material.

Las protestas palestinas del mes pasado, en la frontera de Líbano y Siria con Israel, fueron un mensaje de que Siria no se quedaría sola frente a una campaña israelí-estadounidense. Para los aliados de Siria en el Líbano, el primer paso para apoyar a Damasco ya ha sido tomada, después de meses de retraso, el Primer Ministro Mikati formó un nuevo gobierno dominado por partidos pro-sirios que incluyen a Hezbollah.

Hezbollah que ha elogiado a otros levantamientos árabes y goza de un fuerte apoyo entre los árabes por sus enfrentamientos con Israel, ha visto su imagen empañada por su apoyo a Al-Assad.

Hay dos datos que no pasan desapercibidos. El primero es que Israel inició el domingo un ejercicio de defensa a gran escala -"Punto de Inflexión 5"- donde se prueba la disposición de las instituciones nacionales, en respuesta a un ataque masivo con cohetes contra Israel generada posiblemente de forma simultánea desde múltiples fuentes dentro del Líbano, Gaza, Irán y Siria. Si bien es un ejercicio anual, llevado a cabo desde guerra de 2006 contra el Líbano, el primer día de la maniobra vio sin nombre los miembros del consejo regional de recibir alertas de mensajes de texto para poner a prueba el estado del sistema de telecomunicaciones e incluyó ejercicios militares en una base naval de Haifa.

El segundo dato es que, dentro del esquema del ejercicio, el Ejército israelí estima que hasta 800 cohetes podrían ser lanzados desde el norte y el centro hacia Israel todos los días en el caso de una guerra en varios frentes, lo que supone simular la posible evacuación de 300.000 civiles. Un escenario similar al planteado por Hezbollah en 2006.

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