El Primer Ministro Najib Mikati dijo que las disputas nacionales sólo deben resolverse mediante el diálogo, criticando la decisión de la oposición de boicotear el trabajo del gobierno, así como las conversaciones encaminadas a resolver la crisis de gobierno y agregó que permanecería en el cargo para cumplir con sus responsabilidades con el fin de evitar un vacío de poder. Mikati también dijo que la oposición con su "posición reaccionaria" no cambiaría su decisión de permanecer en el cargo, diciendo: "No podemos dejar el país en un vacío que podría llevar al caos. Lo que se requiere de todos los líderes, en lugar de la negatividad y el boicot, es que se reunan en la mesa de diálogo”.
El Gral. Jean Kahwagi, Comandante del Ejército libanés, advirtió sobre la permanencia de personas armadas, en la norteña ciudad de Trípoli, que podrían salirse de control; de acuerdo con un comunicado del ejército libanés, Kahwagi inspeccionó las posiciones en Trípoli, según el marco del plan de seguridad implementado por los militares en la región. El plan prevé aumentar las patrullas del ejército en el norte para mantener la situación bajo control y también le da al ejército el derecho a tomar represalias en cualquier situación de fuego abierto cualquiera que sea su origen.
Mientras que los libaneses convirtieron el asesinato del ex PM Rafik Hariri en una oportunidad para reducir la injerencia de Siria en Líbano, al punto de obligar a Damasco a ponerle fin a sus 29 años de ocupación militar, con una protesta popular masiva que trascendió las diferencias sectarias y provocó el surgimiento de una coalición progresista -la Coalición 14 de Marzo- el asesinato del Gral. Wissam Al-Hassan pareció recrear las condiciones surgidas a partir de los acontecimientos de 2005, pero la realidad es otra completamente diferente. Al-Hassan creó un ala de Inteligencia profesional que no estaba en dentro de la órbita siria y que podía actuar de forma más neutral cuando se tratase de la política sectaria libanesa.
Al-Hassan no era una figura que pasajera para EE.UU. y encabezó la cooperación libanés-estadounidense en seguridad desde 2006 ya que se mantenía en comunicación con la CIA a través de todos los aspectos de la crisis del Líbano a pesar de la oleada de detenciones de redes de espionaje a favor de Israel en territorio libanés. Era posible que el gobierno de Saad al-Hariri cayese, tal como sucedió, pero Al-Hassan y el Gral. Ashraf Rifi, director de la Fuerza de Seguridad Interna, representaban una línea roja para los EE.UU. Por ello, el Primer Ministro Najib Mikati -durante la formación de su gabinete- se comprometió a protegerlos a nivel político; Washington ve el asesinato como un golpe contra EE.UU. y ahora entrará en una fase de reconsiderar su política hacia Líbano a pesar de las limitadas opciones de las que dispone.
En todo caso, la muerte de Al-Hassan es, como mínimo, considerada una advertencia del régimen de Al-Assad sobre el alcance sirio y de la influencia sobre ciertos sectores libaneses –Hezbollah o los partidos satélites sirios- que estuvieron implicados en el atentado contra Hariri. La acción rápida del ejército libanés demostró que puede ser un amortiguador en los futuros enfrentamientos, desalentando los conflictos sectarios aun con la posibilidad de un gobierno debilitado.
Sin duda, el debilitamiento o incluso la posible caída del régimen de Al-Assad producirá efectos fronteras adentro de Líbano: un debilitamiento de la posición interna de Hezbollah y de los grupos aliados pro-sirios como mínimo serán algunos de los cambios; la respuesta de la resistencia en el caso Al-Hassan, indica que la Hezbollah ciertamente se siente bajo presión por la creciente percepción de su papel como fuerza pro-Al-Assad. Dentro de Hezbollah se han visto signos de creciente desacuerdos sobre la necesidad de mantener los lazos con Siria, si bien Irán presiona para que se sostengan, en los últimos meses las divisiones son notorias.
Los opositores sunitas libaneses cada día se sentirán más envalentonado a desafiar la posición de Hezbollah dentro del contexto político del país y forzarán la dimisión del gabinete –tal como lo hizo Hezbollah y la Coalición de 8 de Marzo con Hariri- pero ello no significa que este objetivo sea alcanzado mediante la violencia; Hezbollah todavía un poder de fuego capaz de desafiar a Israel por lo que no es adversario para los sunitas libaneses. En Líbano todos comienzan a ver el escenario pos Al-Assad de cara a las elecciones de 2013.
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