Un comandante de Hezbollah llamado Ali Hussein Nassif, quien también es conocido como Abu Abbas, fue muerto "en el desempeño de sus funciones yihadistas" según lo informó un funcionario de seguridad libanés pero no precisó cuándo ni dónde fue asesinado; el cuerpo de Nassif fue devuelto a través de la frontera Masnaa a Líbano, donde se celebró su funeral, en la ciudad oriental de Budai -cerca de Baalbek- al que asistieron altos funcionarios de Hezbollah del Consejo de la Judicatura y del buró político, una señal del alto rango de Nassif. Al-Manar TV, la cadena de Hezbollah, mostró los funerales de al menos dos miembros de Hezbollah que “fueron asesinados en el desempeño de su "deber yihadista" y los ataúdes estaban cubiertas con las banderas amarillas de Hezbollah y eran llevado por militantes vestidos con uniformes negros y boinas rojas.
Samer Al-Homsi, un activista de la provincia de Homs en la frontera con el Líbano, dijo que Nassif murió el sábado cuando una bomba estalló al paso del vehículo en que viajaba cerca de la ciudad de Qusair, además dijo que otras personas murieron en la explosión, que también dañó el vehículo. Al-Homsi señaló que el trabajo de Nassif consistía en coordinar con las agencias de seguridad sirias y que los rebeldes sirios detonaron la bomba "sin saber" que el objetivo era un funcionario de Hezbollah.
Al-Manar TV mostró también el funeral de Zine al-Abidin Mustafa, realizado en Baalbek quien también murió “en la realización de las obligaciones especificadas yihad” y aunque Hezbollah no dio detalles sobre su muerte, fuentes en Baalbek sostienen que Mustafa y Nassif murieron cuando un cohete cayó en la habitación donde se alojaban, cerca de una ciudad de la frontera siria donde los rebeldes están luchando contra las fuerzas del presidente sirio, Bashar Al-Assad. Los rebeldes sirios en el área donde los combatientes de Hezbollah se cree que han muerto no se han atribuido la responsabilidad de cualquier ataque en los últimos días, poniendo en duda la versión de una explosión al paso del convoy en Al-Qusair, provincia de Homs.
El diario libanés As-Safir, citó a un funcionario sirio anónimo quien sostuvo que si Hezbollah no fuese parte del gobierno libanés "Siria habría tratado de manera diferente con Líbano la forma de acercarse a la crisis siria", sin embargo, el funcionario sirio añadió que "la presencia de Hezbollah nos está inquietando y nos obliga a permanecer en silencio en muchas ocasiones”; el funcionario sirio también expresó la desaprobación de la situación a lo largo de la frontera sirio-libanesa del actual gobierno libanés encabezado por el Primer Ministro Najib Mikati, pero agregó que apreciaba los esfuerzos realizados por el ejército libanés a controlar la frontera.
Fuentes de Inteligencia occidentales disponen de datos sobre destacamentos de milicias pro-régimen shabiha -cuyo núcleo étnico es alawita- que se están convirtiendo en una unidad semejante al Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con sede en Londres, la formación de este cuerpo de élite también corre a cargo de instructores iraníes -cuyo número en Siria es estima en unos 2.000- y se espera que la nueva Guardia sea capaz de garantizar, de ser necesario, la seguridad de las regiones pobladas por la minoría alawita especialmente en la costa del Mediterráneo desde Tartus a Latakia.
El periódico libanés Al-Diyar, conocido medio pro-Al-Assad, dijo que el presidente había volado en helicóptero al amanecer desde el palacio presidencial en Damasco con destino a Aleppo para ver de primera mano los efectos de los combates entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes. Los insurgentes han montado una nueva ofensiva la semana pasada para apoderarse de Aleppo, que fue hasta julio estuvo bajo el control del régimen; ellos sostienen que controlan la mayor parte de la ciudad vieja, pero están luchando para aferrarse a sus posiciones por el fuego de artillería pesada.
El diario libanés también señaló que el presidente Al-Assad ordenó a las Unidades 5 y 6 -que agrupan unos 30.000 soldados y 2.000 vehículos de transporte- que se movilicen desde Hama hacia Aleppo para atacar las zonas ocupadas en la provincia Aleppo cercanas a frontera con Turquía. Según el periódico, durante la visita Al-Assad ordenó a sus tropas que Aleppo debía ser “limpiada”.
Más de 100 proyectiles cayeron en Zabadani, al menos cinco civiles murieron en bombardeos en la ciudad de Douma -al noreste de Damasco- y luego de un bombardeo del ejército en Harasta -al este de la capital- al menos a 11 personas murieron. La violencia también llegó a la provincia sureña de Daraa, donde nueve combatientes de la oposición murieron en una explosión en la madrugada cerca de la frontera con Jordania y otras tantas personas, murieron en bombardeos y combates en un campamento para personas desplazadas. Al menos 107 personas fallecieron en toda Siria por disparos de las fuerzas de seguridad, según activistas de la Red Siria para Derechos Humanos.
Si quedaba alguna duda sobre una posible participación directa o indirecta de Hezbollah en el conflicto sirio, las muertes de ambos comandantes despejó la incógnita; ahora solo resta evaluar que tan dañada está la reputación de Hezbollah por alinearse con el régimen de Al-Assad, aun después de haber apoyado las revueltas en Egipto, Túnez Libia y Bahrein criticando a esos regímenes de tiránicos y de asesinos de su propio pueblo. Pero la presente confirmación de la participación de elementos de la resistencia en suelo sirio repercutirá en Líbano, tarde o temprano, especialmente en los sectores sunitas.
El resentimiento entre los grupos chiitas y sunitas libaneses es anterior a la crisis siria pero ésta ha reavivado el encono, por ello que existe un marcado temor internacional sobre la posibilidad que la guerra civil siria mute a un conflicto regional más amplio que salpicaría a Líbano debido a participación de Hezbollah. Líbano sigue siendo propenso al riesgo de contagiarse de la violencia siria, no importa las intenciones de la mayoría de la población y de algunos de políticos para evitarlo, en parte porque el presidente sirio no tiene ningún interés en prevenir una expansión de la violencia a Líbano, mientras que su capacidad para ordenarlo está seriamente erosionada debido a que los grupos libaneses pro y anti Al-Assad están librando su propia guerra fría por el poder en Líbano.
Desde el punto de vista práctico, unos 370 kilómetros de la frontera sirio-libanesa -un 90 % de los 413 kilómetros totales- no está bien delineados y el ejército sirio se ha disculpado en tres ocasiones por realizar incursiones, y el ejército libanés no está en condiciones de controlar la totalidad de la frontera con efectividad. La política libanesa es muy frágil y es susceptible a cualquier estímulo exterior, por lo que no tomará mucho tiempo hasta que algún grupo trate de controlar las incursiones o proyectiles sirios.
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