viernes, 29 de junio de 2012

El gobierno de Líbano monitorea la seguridad


El lanzamiento del plan de seguridad en el sur de Beirut, ha puesto en tela de juicio una posible manipulación del Ejército de los recientes incidentes de seguridad, pero diferentes fuentes dijeron que el ejército se había ocupado de estos problemas con "realismo", evitando el uso de la fuerza no porque fuese incapaz de hacerlo, sino porque su capacidad y tipo de fuerza podría haber significado la muerte de personas inocentes, algo que el estamento militar no quiere. En este contexto se explican las acciones pasivas de los efectivos militares, durante las numerosas manifestaciones que tuvieron lugar hoy en Líbano, y que ocuparon las calles de varias ciudades.

Dos manifestaciones en Trípoli, a favor y en contra del gobierno del presidente Bashar Al-Assad, pusieron a prueba el plan de seguridad nacional. En Qibbeh, los manifestantes lanzaron su marcha en la Mezquita Al-Hamza, pidiendo el apoyo a la "revolución siria por la libertad y dignidad" mientras portaban carteles con imágenes de la matanza en Siria; algunos los manifestantes incendiaron una bandera de Hezbollah. Una protesta similar se llevó a cabo en el patio de la Gran Mezquita de Al-Mansouri, donde Abu Rabih beirutí - jefe de la Comisión para la Preservación del Patrimonio de Trípoli- y Mukhtar Walid Durniq exigieron la expulsión del embajador de Siria en el Líbano.

El Sheik Assir sigue con su corte en Sidón y declaró sobre Sayyed Hassan Nasrallah -jefe de Hezbollah- y Nabih Berri –líder del movimiento Amal- que por medios pacíficos, “serán obligados a pagar el precio” y se comprometió a mantener la protesta a menos que "alguien los convenza" que Hezbollah y Amal responderán seriamente a los esfuerzos para resolver la cuestión de las armas. El anuncio de Assir se produjo momentos después que el ministro del Interior, Marwan Charbel, lanzó una ofensiva para que se aplique el plan de seguridad; pero ante la posibilidad de se produzcan severos incidentes las fuerzas de seguridad se han abstenido de abrir las rutas de acceso a Sidón.

Ammar Houri, parlamentario del bloque Futuro, dijo que Hezbollah es responsable de causar la reacción popular en la comunidad sunita expresada por el "fenómeno" de los salafistas suníes clérigo Ahmad al-Assir; según Houri, Hezbollah introdujo la cultura de la ocupación de las calles y las protestas violentas en la vida política bajo la cobertura de prácticas democráticas legítimas.

Sin embargo la situación de la seguridad en el país está siendo monitoreada de cerca por el gobierno libanés. El presidente, Michel Sleiman, se reunió con el Jefe del ejército libanés, Jean Kahwaji y el Director de Seguridad General, Gral. Abbas Ibrahim. Sleiman también recibió el ministro de Relaciones Exteriores, Adnan Mansour, y revisó con él cuestiones relacionadas con el conflicto árabe y las relaciones internacionales de Líbano.

Samir Geagea, líder del partido Fuerzas Libanesas, expresó su optimismo sobre las perspectivas a largo plazo del país, pero dijo que los recientes incidentes de seguridad han sacudido la posición del Estado. Según Geagea, el gobierno tiene que recurrir a los aparatos de seguridad y judiciales para golpear con puño de hierro e imponer su autoridad sobre todos, sin discriminación, con el fin de recuperar la confianza de los ciudadanos ya que la situación caótica de seguridad hace que el Estado pierda su prestigio.

Líbano no está frente a un problema de seguridad importante que se salga de control, de manera inminente, en parte porque los diferentes actores regionales con intereses en el país no tienen intenciones que el caos se desate y más con Siria colapsada. Las “fricciones” entre los grupos religiosos por el momento se han mantenido en un plano retórico y las manifestaciones no han derivado en incidentes o enfrentamientos graves.

Los cortes de las rutas a Beirut y en otras zonas del país, después de un ataque a la cadena de TV Al-Jadeed, respondieron más a un impulso partidario que una respuesta organizada desde los partidos políticos. Por primera vez en mucho tiempo, los diferentes sectores político-religiosos comprendieron que la inestabilidad o una ruptura total de la estabilidad interna afectarían por igual a todos, generando más problemas que ventajas.

Pero la tentación de recurrir a la violencia comenzaría a surgir en los grupos locales si la situación en Siria se perfila hacia la caída de Al-Assad; el lanzamiento del plan de seguridad de Marwan Charbel en sí mismo no garantizará el orden interno si los diferentes grupos políticos pierden el interés por que el mismo se mantenga. Por ello que Sleiman haya señalado que “a partir de ahora, está prohibido para bloquear la carretera del aeropuerto” es una señal a los partidos sobre cuánto está dispuesto a tolerar el gobierno, pero nadie podrá garantizar esta medida –u otras similares- si Al-Assad es depuesto del cargo.


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