El Consejo de Seguridad dijo que se siente alentado por la estabilidad que prevalece a través de la Línea Azul, que separa a Israel y Líbano, e hizo hincapié en la necesidad de avanzar en todas las cuestiones pendientes relativas a la aplicación de las resoluciones pertinentes. Los miembros del Consejo también recibieron con satisfacción la iniciativa el presidente libanés, Michel Sleiman, de la convocatoria al Diálogo Nacional y las declaraciones adoptadas para salvaguardar a Líbano del impacto de las tensiones regionales.
Aunque el Consejo de Seguridad también expresó su profunda preocupación por los repetidos incidentes de fuego transfronterizo entre Siria y Líbano, las incursiones, secuestros y tráfico de armas a través de la frontera así como otras violaciones, uno de los principales problemas que enfrenta Líbano -en la zona fronteriza- es la masa de sirios que escapan de la violencia.
El flujo de sirios que huyen del conflicto escapando de los disturbios aumentó luego de los bombardeos del miércoles en Damasco, fuentes libanesas de seguridad dijeron que la nueva ola de refugiados incluye a estudiantes libaneses que estaban estudiando en la Universidad de Damasco y se ha incrementado la cantidad de mujeres y los niños que llegan al país. Los sirios decidieron dirigirse al sur del Líbano, especialmente en las regiones de Tiro, Al-Zahrani, Bint Jbeil, y Al-Nabatiyeh.
Los estudiantes libaneses, afiliados a partidos régimen pro-sirios, que regresaron a Líbano habrían recibido amenazas por parte de "fuerzas de enmascarados", aconsejándoles no volver a Siria o de lo contrario, pueden enfrentarse a un destino desconocido"; los estudiantes describieron la situación en Damasco como "insoportable".
El ataque terrorista de ayer contra la cúpula del régimen sirio provocó reacciones totalmente antagónicas entre los grupos políticos libaneses, muchos de los cuales se definen por su apoyo o reprobación hacia el gobierno sirio; conocida la noticia en Trípoli –segunda ciudad libanesa con una mayoría sunita- se celebró con disparos al aire. Miles de refugiados sirios han llegado a Trípoli y las tensiones con la reducida pequeña comunidad alawita local fue en aumento cuyo pico fueron los enfrentamientos en el barrio de Jabal Mohsen y Bab Tabbaneh que dejaron más de 20 muertos.
Uno de los muertos en el ataque de Damasco es Assaf Shawkat -Jefe de la Inteligencia siria y cuñado del presidente sirio- quien durante la ocupación siria fue uno de los hombres más temidos en Líbano. Shawkat también fue uno de los más odiados ya que mantuvo el control del país desde las sombras y fue considerado como sospechoso por el comité de ONU que investiga el asesinato de Rafik Hariri en 2005.
En el día de su muerte, sin embargo, Shawkat parecía haber perdido toda la relevancia que tenía en la política libanesa años atrás; si bien los medios de comunicación libaneses le dieron prominencia a la noticia en el contexto de lo que está sucediendo en Siria, las estaciones locales de televisión marcaron sus diferencias entre los que describieron al hecho como "un acto de terrorismo" y llamaron a sus víctimas "mártires" -OTV de Michel Aoun y Al-Manar de Hezbollah- de aquellos que señalaron al ataque como “el principio del fin para régimen asesino”.
Funcionarios pro-sirios del gobierno libanés, mantuvieron un bajo perfil al momento de formular comentarios sobre el tema, y se excusaron argumentando que estaban trabajando en un comunicado; lo cierto es que no se iban a exponer a una escalada verbal cuando la situación es tensa y se mantiene el acuerdo alcanzado en la declaración de Baabda sobre evitar la retorica provocativa. Del lado de la opositora Coalición 14 de Marzo, las reacciones conservadoras no ocultaban su satisfacción por el hecho, aunque evitaron apoyar un acto de asesinato.
Otro signo de los cambios que se comienzan a ver en Líbano, es la creciente popularidad del Sheik Ahmad Assir entre los sunitas, hasta hace poco un desconocido clérigo local, pero que ahora se enfrenta a Hezbollah aprovechando que la imagen de la resistencia chiita se ha vista en tela de juicio luego de apoyar vehementemente las operaciones represivas del régimen sirio. Assir sostiene que su manifestación en Sidon se “convertirá en la Tahrir Square de Líbano”, aunque solo cuenta con 150 seguidores, la bandera de la “dignidad de los sunitas” es una consigna con mucho peso en momentos como el actual.
Si bien las tensiones sectarias de Líbano eran pre-existentes, se han agravado por la crisis siria debido a que la oposición es mayoritariamente sunita y está luchando para derrocar a un régimen dominado por alawitas, una rama de los chiitas; los sunitas libaneses sienten que la dominación de los chiitas, por intermedio de Hezbollah, es agobiante y se identifican con sus hermanos sirios. Pero también los cambios regionales también pesan sobre Hezbollah ya que la “Primavera Árabe” ha instalado en la mayoría de los Estados del Medio Oriente una oleada de partidos conservadores sunitas que comparten un resentimiento por la hegemonía chiita de Irán, junto a sus aliados Siria y Hezbollah.
En un discurso televisado en un acto de masas organizado por Hezbollah en el estadio de Al-Raya -en los suburbios del sur de Beirut- para conmemorar el sexto aniversario de la guerra de 2006 con Israel, Nasrallah dijo que Siria con Al-Assad fue el principal patrocinador de la resistencia contra Israel, no sólo en el popular y política de alto nivel, sino también en el plano militar. Nasrallah sostuvo que las armas más importantes que se emplearon contra Israel durante 2006 llegaron desde Siria y el líder de Hezbollah reconoció que "Siria corrió el riesgo de su presencia y del régimen por el bien de la resistencia".
Nasrallah ofreció sus condolencias por la muerte de los tres generales sirios –incluido Assaf Shawkat- en el atentado de Damasco, diciendo que tales actos sólo sirven los intereses de Israel y destacó que "Eran compañeros de armas a la resistencia y camaradas en la lucha contra el enemigo israelí." Hezbollah coloca la crisis de Siria en el contexto de una política a largo plazo de EE.UU. e Israel, para despojar a los Estados árabes de sus capacidades militares reales dejando una fuerza policial, como sucedió en Irak; por ello Nasrallah insistió en la necesidad que el ejército sirio se mantenga firme y derrote a los rebeldes.
Nadie sabe si el atentado en la sede del Ministerio de Defensa, un bastión fuertemente custodiado en Damasco, es el principio del fin para el régimen de la familia Al-Assad o si podría seguir gobernando en medio de un contexto de mayor caos. Los aliados más cercanos de Siria como Irán, Rusia y Hezbollah serían los probables perdedores si el poder se desplaza hacia los rivales de Al-Assad; Líbano, Jordania e Israel se beneficiarían si los nuevos dirigentes sirios cortan los permisos para el paso de armas desde de Irán a los grupos chiitas en Líbano y a lo largo de la frontera con Israel.
La inestabilidad derivada de la situación en Siria, no se terminará con la caída del régimen de Al-Assad, ya que los actores con intereses en la región continuarían con su intromisión externa apoyando a los vencedores y sus oponentes, respectivamente. Las tensiones internas, derivadas de las divisiones religiosas, se profundizarán ya que la minoría alawita controla gran parte de la riqueza y los recursos militares sirios –que Hezbollah necesita- mientras que la mayoría sunita apoyan a la oposición mientras que los cristianos y los kurdos se mantienen en la incertidumbre.
Líbano comenzará a sentir los efectos políticos derivados del posible derrumbamiento del régimen sirio, algunos partidos políticos de Beirut ya no tendrán un referente exterior que los apoye y valide, por lo que que comenzarán a depender de nuevas alianzas. Sin lugar a dudas, uno de los mayores afectados por este cambio del balance de poder será Hezbollah.
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