jueves, 15 de diciembre de 2011

El sector bancario en Líbano y su injerencia en la política




La Asociación de Bancos del Líbano (ABL) donó u$s 32 millones al Alto Comité de Ayuda para cubrir su pago al Tribunal Especial para Líbano (TEL), la decisión se tomó por unanimidad durante una reunión de la ABL y en su informe se estableció que la donación fue otorgada para proteger a los depositantes y fortalecer la estabilidad política interna. El pasado 30 de noviembre, el Primer Ministro Mikati dijo que Líbano había pagado su parte del TEL; fuentes políticas habían dicho que el dinero provino del presupuesto anual de la oficina del Primer Ministro y luego fue trasladado a la Alto Comité para pagase al Tribunal.

Esta no es la primera vez que la ABL proporciona ayuda financiera al Alto Comité de Ayuda, un organismo estatal destinado a la reconstrucción de Líbano. Una importante ayuda financiera al Alto Comité de Ayuda fue girada luego de la Guerra de 2006 contra Israel para ayudar al gobierno en los esfuerzos de reconstrucción.

En esta ocasión la situación es diferente. Cuando el mes pasado Mikati anunció, en medio de una peligrosa crisis política dentro de su gobierno, amenazaba con votar en contra de girar los fondos libaneses al TEL y desde la comunidad internacional se vislumbraba una serie de sanciones, la oficina de Mikati giró el dinero del Alto Comité de Ayuda; esta salida fue la elegida ya que éste es un fondo especial que no necesitaba la aprobación del gabinete.

Pero la medida adoptada por la ABL también tiene una explicación realista: Joseph Torbey, jefe de la ABL, señaló que la financiación del Tribunal es una fuente importante de controversia y la opción de cubrir la cuota apuntaba a evitar tensiones que perjudican dañan la economía del país.

Pero en privado, los banqueros sostienen que el gesto del Primer Ministro Najib Mikati de pagar los u$s 32 millones al TEL alejó la posibilidad de sanciones internacionales que podrían haber afectado directamente al sector bancario, concretamente se Temían medidas destinadas a penalizar al Banco Central y que en última instancia producirían un efecto cascada negativo en los bancos comerciales libaneses.

La preocupación de los banqueros libaneses no terminó con el pago de la cuota al TEL. En febrero, la administración de Obama acusó a Banco Canadiense-Libanés de lavado de dinero para una red internacional de cocaína que tiene vínculos con Hezbollah; a raíz de la exposición del Banco y la venta de activos se abrió sus libros donde se han revelado los métodos clandestinos que Hezbollah utiliza para financiar sus operaciones. Los libros ofrecen evidencia de un intrincado mundo destinado al blanqueo de dinero que -con el Banco como centro de operaciones- demostraría que Hezbollah mueve grandes sumas de dinero en el sistema financiero legítimo, pese a las sanciones destinadas a cortar sus ingresos económicos.

También los fiscales de Virginia acusaron a un libanés al que acusan de manejar la red de blanqueo de dinero que tiene vínculos con Hezbollah -aunque no es un miembro del grupo-; los fiscales afirman que Ayman Joumaa coordinaba el contrabando y la venta de al menos 90 toneladas de cocaína con destino a EE.UU. y al lavado de cientos de millones de dólares para bandas de narcotraficantes en México y Colombia. Según la acusación, Joumaa ha lavado hasta u$s 200 millones al mes.

Además los fiscales de Nueva York acusaron a tres instituciones libanesas de lavado de dinero en beneficio de Hezbollah. La acción judicial señala que, junto a los ingresos de la venta de estupefacientes, otro método era mezclar del dinero sucio con las finanzas de las empresas legítimas; se sabe que una red de alrededor de 30 exportadores de automóviles con sede en EE.UU. enviaban vehículos por más de mil millones de dólares desde EE.UU. a África Occidental para su venta allá.

Sin embargo, los funcionarios del Tesoro norteamericano no se hacen ilusiones de que su trabajo esté concluido; la elaboración de listas negras con instituciones que colaborasen con el terrorismo fue pensada como una advertencia al sector bancario que competía con su homologo suizo sobre el secreto bancario. El secreto bancario se transformó en la columna vertebral de la economía del Líbano y por ello los banqueros hicieron negocios con Hezbollah a su propio riesgo.

El Gobernador del Banco Central, Riad Salameh, interrumpió una entrevista cuando se le preguntó sobre las consecuencias de la acción estadounidense, calificándola de una vieja historia y señaló que no se involucra en cuestiones comerciales. En privado, esas cuentas se han considerado un problema y han sido remitidas al Fiscal General de Líbano; sin embargo el Fiscal General se negó a hacer comentarios, y su adjunto -que se encarga de las investigaciones de lavado de dinero- dijo la semana pasada que no había recibido nada.

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