El comandante del Ejército libanés, Gral. Jean Kahwagi, instó a los funcionarios seguir preparados para una posible agresión por parte de Israel y reconoció el trabajo de las tropas libanesas a lo largo de la frontera israelí, haciendo hincapié en la "necesidad de permanecer en máxima alerta para enfrentar al enemigo histórico". Citando las violaciones que Tel Aviv realiza casi a diario de la soberanía libanesa, Kahwagi señaló que los oficiales del Estado judío quieren robar la tierra y el agua de Líbano.
Estas observaciones se produjeron durante una reunión con oficiales de alto rango en su oficina en el Ministerio de Defensa en Yarze. En cuanto al norte, Kahwagi también elogió a las tropas en su misión de restaurar el orden público en Trípoli tras los enfrentamientos armados de la semana pasada entre sunitas y alawitas al tiempo que destacó la "necesidad de cohesión con los sureños y el fortalecimiento de los vínculos con las Fuerzas de las Naciones Unidas, de conformidad con la Resolución 1701 y por el bien del interés nacional".
El Presidente libanés Michel Sleiman, replicó el jueves a las declaraciones hechas por el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que amenazó con atacar Líbano y dijo que el Estado libanés "no existe en el mapa del nuevo mundo." Sleiman indicó que Líbano es el único país que derrotó militarmente a Israel y que todavía está sufriendo las consecuencias, además Sleiman agregó que el sistema de Líbano es pluralista y completamente opuesto al sistema racista de Israel.
A pesar de la profusa retórica israelí de los últimos meses contra Líbano y Siria, en particular luego del agravamiento de la situación del régimen de Bashar Al-Assad, Tel Aviv no ignora que un ataque militar contra Beirut solo agravaría aún más las tensiones dentro de un escenario altamente volátil. De hecho, Israel ha señalado la posibilidad que sea atacado por Hezbollah si el régimen sirio se ve al borde del colapso, en un intento de distraer la opinión internacional.
Tal vez la amenaza a la seguridad libanesa no provenga de Israel sino de Siria. Sumados a los enfrentamientos entre alawitas y sunitas en Trípoli, al norte del país, se comienza a ver una mayor participación de los grupos sectarios libaneses dentro del conflicto sirio y están “importando” las rivalidades al suelo libanés.
En Trípoli, el Centro Islámico de la Alta Comisión para el Alivio Sirio está formando enfermeras en hospitales de campaña para que regresen a Siria a completar su "deber al pueblo sirio".
Miembros del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), mantienen un sistema de casas de seguridad al norte de Líbano desde donde pueden mantenerse en contacto con el mundo exterior y coordinar operaciones con las fuerzas del ELS en el terreno. Por otra parte, se sabe que los heridos son trasladados hacia Líbano donde reciben atención médica, tanto civiles como rebeldes; los traslados se producen de contrabando por la frontera para evitar encuentros con las autoridades sirias en los cruces fronterizos oficiales pero a medida que el conflicto se agravado también se están volviendo más peligrosos estos cruces ya que las tropas sirias han sembrado minas terrestres.
Más de 6.500 refugiados sirios se han registrado en las oficinas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Comisión Superior de Socorro de Líbano, pero otros no se registran. Ahmed Moussa, portavoz del Comité de Coordinación de los refugiados sirios en el Líbano, estima que el número real ronda entre 17.000 y 18.000.
Antes de los disturbios en Siria que comenzaron en marzo de 2011, Líbano tenía una historia de anfitrión de los disidentes y activistas de Damasco; pero a medida que la violencia y las amenazas en Siria se intensificaron, la afluencia de activistas políticos se ha incrementado al igual que elementos de la policía secreta siria que persigue a los disidentes en suelo libanés. El incidente más destacado hasta el momento fue la desaparición en mayo de 2011 de Al-Shibli Aisamy, un ex vicepresidente sirio de 89 años y uno de los fundadores del Partido Baa’th.
Por último, Líbano tenía dificultades antes de la llegada de los refugiados con el suministro de servicios básicos a sus propios ciudadanos, los casos de los cortes de electricidad y los aumentos en la gasolina son ejemplos de ello, lo que plantea profundad dudas sobre cuanto podrá soportar Líbano y cuanto realmente podría ayudar a los refugiados, incluso si se concertaran los esfuerzos mediante un inexistente consenso político.
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