Nabih Berri, dijo que la Coalición 8 de Marzo se ha asociado con el bloque parlamentario del Partido Socialista Progresista, liderado por Walid Jumblatt, y otras figuras y grupos políticos para formar lo que llamó el "Frente Nacional". El Frente Nacional fue también el título de la alianza –en la época de la Guerra Civil- entre las organizaciones palestinas y la izquierda libanesa.
Berri apuntó a que el proceso de formación se rige por la premisa errónea de que hay tres bloques: el 08 de marzo, los centristas representados por el presidente Michel Sleiman y el Primer Ministro designado Najib Mikati, y el Frente Nacional de Jumblatt, aunque de acuerdo a Berri todas estas facciones pertenecían al mismo bloque.
Más de dos meses después de su nominación, Mikati todavía tiene que llegar a una fórmula de gobierno que satisfaga a todos los grupos involucrados. El Movimiento Patriótico Libre, de Michel Aoun, demanda la parte de la participación de los cristianos en el gobierno, incluyendo la cartera clave del Ministerio del Interior, y se esta situación ha sido señalada como la principal causa del retraso.
La pregunta que debemos realizarnos es si la verdadera causa de la demora en la conformación del gobierno de Líbano es solo por las demandas de Aoun o si es a partir de la falta de decisión por parte de los actores externos, que apoyan a las diferentes facciones político-religiosas, dentro de Líbano.
Líbano sigue sin un gobierno definitivo desde enero del 12, cuando Hezbollah -chiita y aliado de Siria e Irán – retiró a sus ministros del gabinete del ex primer ministro Saad Hariri -pro occidental y respaldado por Arabia Saudita- forzando su disolución. El hecho que Líbano siga sin gobierno, al mismo tiempo que las revueltas populares continúan sacudiendo el mundo árabe, explica la velocidad con la que Líbano resolvería el asunto de su gabinete de gobierno: mientras los jugadores claves como Siria y Arabia Saudita estén ocupados en otros frentes, principalmente en el interno, Líbano estará en un segundo plano y por ende deberá esperar.
Arabia Saudita ejerce influencia política en el Líbano, donde los sunitas y los chiítas constituyen aproximadamente las dos terceras partes de una población de cuatro millones. Arabia Saudita y otros Estados del Golfo también arremetieron contra Teherán, acusándolo de interferir en los disturbios en Bahrein, donde se ha roto la monarquía sunita está sometida por las protestas de la mayoría chiíta. Arabia Saudita tiene que intereses en Bahrein y Yemen; el resultado y cómo evolucionan las situaciones en ambos países influirá sobre las relaciones regionales de Riad, y por lo tanto sobre la situación política en el Líbano
Esta afirmación tiene su confirmación en el reciente cruce verbal entre Saad Hariri y Hezbollah. En una conferencia de negocios en Beirut, Saad Hariri, acusó a Irán de entrometerse en los asuntos del Líbano y de tomar las sociedades árabes de "rehén"; esto provocó una dura respuesta del aliado libanés de Teherán –Hezbollah- que consideró a la posición de Hariri en consonancia con el argumento estadounidense para dividir a la gente y fomentar el descontento, y es un intento de abrir la máscara de la interferencia de EE.UU. en la región.
Damasco siempre ha tenido influencia sobre su Líbano y ha sido una suerte de garante de la estabilidad en esta transición de gobierno donde todas las partes han hecho consultas con el presidente sirio Al-Assad acerca de su posición frente a las diferentes alternativas de poder. El régimen sirio ha resuelto sus problemas de legitimidad a partir de acciones de política exterior, pero esta situación es nueva para Bashar Al-Assad y supone una situación única en la escena política siria de la última década; de allí que se haya cambiado el orden de las prioridades desde lo externo hacia lo interno y se vea a Siria retraída –no retirada- de Líbano y sin un papel preponderante en la actualidad.
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