martes, 1 de febrero de 2011

Libano y la nueva forma de la política

El presidente Michel Sleiman llamó a la formación de un nuevo gobierno capaz de hacer frente los urgentes problemas económicos, sociales, administrativos y la reactivación de la labor de las instituciones estatales paralizadas antes de la caída del gabinete del Primer Ministro Saad Hariri. Sleiman también convocó a las facciones rivales libanesas a cerrar filas, especialmente en un momento en la región del Medio Oriente se encuentra convulsionada por el levantamiento popular contra el régimen del presidente egipcio Hosni Mubarak.

Sleiman subrayó la importancia de mantener la unidad nacional y la seguridad, especialmente en la etapa actual con el fin de reforzar el clima democrático actual. Durante sendas conversaciones con el ministro de Economía interino, Mohammad Safadi, y el Ministro de Estado, Adnan Qassar, Sleiman les expresó su preocupación por la estabilidad económica y financiera; al finalizar las reuniones Sleiman señaló la necesidad de la formación de un gobierno para hacer frente a cuestiones de vida, sociales y administrativos y poner en marcha las instituciones del Estado.

La reputación de Hezbollah de la eficiencia y diligencia - por un lado - y el perfil de Mikati de respeto, integridad y éxito empresarial - por otra parte - sugiere que la combinación de ambos en este gobierno podría comenzar a abordar algunos de los temas más urgentes y las amenazas que enfrentan todos los libaneses, incluyendo el suministro de electricidad, de agua potable, la corrupción y las brechas en el desarrollo.

Hezbollah y su aliado el cristiano Michel Aoun han planteado en repetidas ocasiones estas cuestiones de gobierno en sus críticas al Hariri y a los gobiernos anteriores. El progresivo acercamiento de Hezbollah al sistema político desde sus iniciales participaciones en elecciones municipales, pasando por los representantes en el Parlamento y al gabinete de gobierno ahora llega a su punto más alto con la actual ocupación indirecta de la jefatura de gobierno.

En su esencia, Hezbollah no es un partido político, sino un movimiento de resistencia islámica, cuyo objetivo primario es resistir las incursiones israelíes en Líbano y resguardar la soberanía nacional; este cambio de rol lo expondrá ahora a ser juzgado por sus logros en la lucha contra la corrupción y en mejorar aquello que se criticaba a los políticos tradicionales.

Hezbollah se percibe así mismo como una entidad comprometida con Líbano, cuyos lazos van más allá de una cuestión política, y por otro lado su componente religioso le ha valido la imagen de incorruptible. La duda que subsiste es si Hezbollah será capaz de re-orientar su eficiencia militar al campo de las demandas socio-económicas, dentro de un escenario político que demanda permanentes negociaciones externas e internas.

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