miércoles, 22 de mayo de 2013

Se complican los enfrentamientos en el norte de Líbano


Trípoli fue testigo de la peor noche de enfrentamientos desde que los cruces entre partidarios y opositores del presidente sirio, Bashar Al-Assad, estalló el fin de semana pasado y crecen los temores que el ejército libanés podría retirarse de la zona. En un período de una hora, durante la noche, al menos 47 bombas de mortero cayeron en la segunda ciudad más grande de Líbano, obligando a muchos residentes a buscar refugio dentro de sus hogares; una fuente de seguridad predijo que si no se dan instrucciones claras al ejército libanés y las fuerzas de seguridad para intervenir con firmeza los enfrentamientos entre las dos facciones rivales, choques sin precedentes podrían entrar en erupción pronto.

El ejército libanés, desplegado en la zona desde el lunes, respondió a los disparos en un intento por detener la violencia, pero la aparición de nuevas armas como los morteros -no vistas en los enfrentamientos previos- fueron utilizadas por los combatientes en el centro de la ciudad, tanto de noche como de día, dificultando la tarea del ejército. El presidente libanés, Michel Sleiman, hizo un seguimiento de los acontecimientos en Trípoli con funcionarios y destacó la necesidad de contener la situación y ponerle fin a los combates; Sleiman mantuvo contacto telefónico -por separado- con el Ministro de Defensa interino, Fayez Ghosn, y el jefe del Ejército, Gral. Jean Kahwagi, por la situación en Trípoli.

Radio “La Voz de Líbano” informó que lanzacohetes múltiples fueron desplegados en Jabal Mohsen, como preludio a una escalada que se confirmó cuando los enfrentamientos recrudecieron en Al-Baqqar, Al-Qobbeh y Al-Mankoubin, mientras que los residentes de Bab Al-Tabbaneh comenzaron la evacuación de sus hogares y el ejército retiró los vehículos que había desplegado en la ruta de Bab al-Tabbaneh, cerca de Al-Qasr. La situación se deterioró cuando un mortero alcanzó una base militar en Al-Ghoraba y otro cayó en una base del ejército en Al-Zahriyeh, dejando varios heridos.

La tensión era alta en la ciudad sureña de Sidón, después que Hezbollah intentó enterrar a Saleh Sabbagh -un combatiente asesinado en la batalla de Qusayr- en un cementerio sunita; Sabbagh, hijo de padre sunita y madre chiita, se convirtió en chiita para unirse a Hezbollah hace dos años. Poco después, Hezbollah decidió enterrar Sabbagh en un cementerio chiita de la ciudad portuaria, poniendo fin a una potencial escalada en el sur del país.

La violencia en Líbano parece una consecuencia directa del conflicto sirio, en particular luego del asalto del ejército sirio sobre los rebeldes de la ciudad de Qusayr; algunos grupos sunitas libaneses señalaron que la situación en Tripoli parecía el resultado de una orden del régimen sirio a su milicia Shabiha, para iniciar una batalla en Trípoli y así distraer la atención sobre los hechos en Qusayr. Si bien este no es el primer enfrentamiento -en Tripoli- entre sunitas y alawitas libaneses, la gravedad de los acontecimientos han encendido las alarmas en el Estado libanés.

El panorama se complicará en los próximos días, ya que combatientes de elite de Hezbollah cruzaron la frontera libanesa para dirigir un asalto determinante -junto al ejército sirio- contra los rebeldes en Qusayr; los canales de televisión pro-Hezbollah transmitieron imágenes de los funerales de cinco de sus miembros, que según se informó, fueron asesinados el cumplimiento de su "deber yihadista". Al-Assad y Hezbollah han dicho que la recuperación de Qusayr, que se encuentra entre la ciudad siria de Homs y Trípoli, en el norte de Líbano, es una de las prioridades en la lucha para derrotar a la insurgencia.

La participación de Hezbollah –demostrada por los funerales de varios de sus miembros o los pedidos de donaciones de sangre en hospitales libaneses- comienza a borrar los límites de una guerra civil y empuja el conflicto hacia una guerra sectaria-regional donde los chiitas respaldado por Irán se enfrentan contra los sunitas apoyados por los Estados del Golfo por el control de Medio Oriente. Las tropas de Hezbollah se enfrentaron contra las unidades rebeldes sunitas -incluyendo a Jabhat Al-Nusra, grupo afiliado a Al-Qaeda- por lo que el argumento de Hassan Nasrallah sobre el papel protector de su grupo sobre las aldeas fronterizas ha sido superado por los hechos.

Los temas regionales, políticos, estratégicos y sectarios han llegado a un punto crítico, incluso con más fuerza, mientras Hezbollah se sumerge profundamente en una guerra civil que sólo está tangencialmente relacionada con su lucha básica con Israel; muchos libaneses han instado a Hezbollah a que no se involucre en Siria pero, si bien es un riesgo para Hezbollah, es parte de la estrategia regional general de Irán: el régimen sirio no debe caer. Si estancamiento militar debe conducir a algún tipo de equilibrio fragmentado, la ayuda de Hezbollah para el control de la zona de Qusayr -con sus 20 aldeas chiitas habitadas por libaneses- sería vital para la capacidad del régimen sirio en la protección del vínculo entre Damasco y las principales ciudades al norte y la costa noroeste.

Líbano, aunque eternamente rebelde, hasta el momento ha demostrado su resistencia. Su gobierno, en el que Hezbollah tiene una parte principal, se ha comprometido a mantenerse fuera del conflicto sirio, pero ahora es una ilusión. Los rebeldes sirios han bombardeado la ciudad libanesa chiita de Hermel y Jabhat Al-Nusra -grupo rebelde sunita sirio vinculado con al-Qaeda- ha amenazado con "quemar Beirut". La tensión se incrementará aún más si Israel lanza ataques aéreos, como lo ha hecho varias veces desde enero, para disuadir a Irán de finalizar con la canalización armas a través de Siria para Hezbollah.

Aunque el Ministro de interino de Defensa libanés, Fayez Ghosn, advirtió contra la subestimación de los peligros de los combates en Trípoli y señaló que el caos que se observa en el norte, en los últimos días, podría poner en juego el destino de todo el país, las principales figuras políticas continúan su disputa por la ley electoral para las próximas elecciones parlamentarias.

Mientras los partidos políticos ignoran la situación, Líbano se expone cada vez más a una guerra civil dentro de su propio territorio con el agravante que Hezbollah comienza a demostrar que no solo que no entregará sus armas sino que éstas también sirven para defender a los intereses iraníes en la región. La falta de acuerdo en el Parlamento sobre la ley electoral, para las elecciones previstas para junio, llevará a que el actual mandato del Parlamento sea ampliado; pero sin una mayoría clara la ley acordada será más débil de lo normal y la participación de Hezbollah en Siria dañará el movimiento al oponerse ya no a Israel sino a otros musulmanes.


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