Las tropas sirias capturaron Dumayna occidental, Haidariyeh y Esh Al-Warwar, tres pueblos de la estratégica zona Qusayr -provincia de Homs- lo que les permite cortar las líneas de abastecimiento de los rebeldes dentro de la ciudad Qusayr. Fuentes sirias indicaron que "La lucha se prolongó durante tres horas, hasta que se estableció el control de estos pueblos, que se consideran estratégicos, ya que se encuentran en la carretera que une las ciudades de Homs y Qusayr y nos permitirá bloquear el abastecimiento de los militantes en Qusayr. Dumayna occidental está a unos ocho kilómetros al norte de Qusayr, centro de feroces batallas entre los rebeldes y el ejército sirio, apoyado por Hezbollah.
La ciudad de Qusayr quedó fuera del control del presidente sirio, Bashar Al-Assad, hace un año, pero se ha enfrentado a diario bombardeos y frecuentes bombardeos aéreos; la ciudad se encuentra estratégicamente ubicada cerca de la frontera con Líbano y al sur de la tercera ciudad siria, Homs, que se encuentra en la carretera que une Damasco con la costa. Semanas después que jeques sunitas radicales libaneses llamaron a unirse a los rebeldes sirios que luchaban contra Al-Assad y Hezbollah, dos combatientes libaneses fueron asesinados en Qusayr.
El Primer Ministro designado, Tammam Salam, tras reunirse con el presidente del Parlamento, Nabih Berri, expresó que no tiene prisa en formar el próximo gabinete, pero al mismo tiempo estaba en contra de los retrasos en el proceso de formación. Es poco probable que se presente un gabinete en el Parlamento, ya que dicho órgano se reúne esta semana para discutir la nueva ley electoral y Salam desea evitar una crisis sobre la formación del nuevo gabinete. La reunión también llega en medio de amenazas por parte de Hezbollah y la Coalición 08 de Marzo hacia Salam sobre la creación de lo que llamaron un "gobierno de hechos consumados", algo que podría desestabilizar a Líbano.
La situación en Siria impacta directamente sobre el escenario político libanés, no solo en la conformación del futuro gobierno de Salam –que con Hezbollah ocupado en Siria no puede hacerse cargo de la política en Líbano- hasta las demandas económicas que implican para Beirut las oleadas humanas que cruzan las fronteras libanesas. Aunque Qatar anunció que inició la cuarta fase de su programa de ayuda para los refugiados sirios en Líbano -que incluye un programa para proporcionar ayuda sanitaria a unos 60.000 refugiados y la creación de un centro de salud en Wadi Khalid- los movimientos humanos crecen dentro de un país inestable.
El problema de los refugiados sirios en Líbano es sólo un aspecto de un problema mucho más amplio: la demografía política de la zona -que incluye a los dos países- está cambiando las fronteras, que son cada vez más permeables, junto a organizaciones libanesas islámicas creadas para ayudar a los refugiados sirios. Estas ONGs son además instrumentos de socialización, que amenazan con radicalizar una generación de sirios, inculcando perspectivas anti-chiitas y anti-alawitas. Por otro lado, los sunitas militantes islamistas en Líbano contrabandean armas y se unen a la lucha de sus hermanos sirios, en lo que se ha convertido en un destino de elección para los yihadistas internacionales, haciendo del país una plataforma para los combates en Siria.
La participación de Hezbollah es más intensa, lo que comenzó como una ayuda relativamente modesta al régimen sirio, con el tiempo ha crecido en lo que ahora parece ser directa, integral, de pleno derecho y el apoyo cada vez menos encubierta militar. Los recientes ataques aéreos de Israel (no confirmados oficialmente) contra objetivos en Siria -envíos de armas iraníes supuestamente destinadas al movimiento chiita Hezbollah- y la retórica elevada de Hassan Nasrallah, reflejan crecientes posibilidades de enredos regionales. Con todo, aun cuando el gobierno de Líbano se aferre a su política de disociación, los actores no estatales no se sienten tan limitados y la esperanza de Líbano, de ser inmune al conflicto se ha dejado de lado por las partes nacionales, para los cuales el resultado de la guerra civil siria es casi una cuestión existencial.
El giro de los acontecimientos en Siria motivó a que los actores regionales comiencen a tomar iniciativas por su propia cuenta, dejando de lado las agendas de EE.UU. y Rusia. Arabia Saudita ha decidido explorar el diálogo con Irán, su gran rival regional para poner fin al conflicto sirio y asegurar el futuro político de Líbano; los sauditas han renunciado a la política de EE.UU. hacia Siria -en vista del apoyo inquebrantable de Rusia e Irán para Al-Assad- junto a las ganancias del campo de batalla por la influencia de Hezbollah y las fuerzas Bassij iraníes, sumada la inacción de Turquía después de los atentados terroristas del sábado en la ciudad de Reyhanli cerca de la frontera con Siria.
El ministro de Relaciones Exteriores saudita Saud al-Faisal aprovechó de la Organización de la Conferencia Islámica-OCI, en Jeddah, para con el canciller iraní, Ali Akbar Salehi. Los saudíes han llegado a la conclusión de que Occidente e Israel han sido lentos en reconocer que, puesto que la alianza militar de Irán-Hezbollah-sirio está ganando en el conflicto sirio, si Riad espera hasta la victoria de Hezbollah volverán a casa a tomar el poder en Beirut, la protección de la comunidad sunita de Líbano será mucho más difícil.
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