A pesar que el Consejo de Ministros liderado por el Primer Ministro interino, Najib Mikati, decidió ayer celebrar las elecciones parlamentarias el 16 de junio bajo la polémica Ley Electoral de 1960 y formarse un comité de supervisión electoral, lo más probable es que los políticos libaneses opten por una ampliación del plazo parlamento. Tras una reunión con la embajadora de EE.UU. en Líbano, Maura Connelly, el líder socialista, Walid Yumblatt, descartó la idea de celebrar una elección en este momento del país y dijo que la ampliación del mandato del parlamento “es lo que hay que hacer debido, a el ejército libanés ha estado bajo ataque."
En una entrevista de la televisora Al-Jadeed, después de una reunión con el de presidente del Parlamento, Nabih Berri, Ali Hasan Jalil y el Secretario General del Hezbollah, Hussein Khalil, Jumblatt dijo que en las conversaciones abordaron los medios para "preservar la estabilidad en el país y el proceso de extensión". Cuando se le preguntó acerca de su reunión con los asesores ex primer Saad Hariri y el ministro Mohammed Shatah, Jumblatt reveló que discutió con ellos "cómo encontrar un plazo aceptable para la extensión ya que las elecciones parlamentarias no pueden hacerse en medio de la agitación de la seguridad en Trípoli, una prórroga de seis meses no tiene sentido y es necesario más que eso para evitar la aspiración, mantener la estabilidad y proteger al ejército. ¿Quién es el loco que quiere organizar las elecciones, mientras que los partidos libaneses rechazan la entrada del ejército a Trípoli?."
El ex Primer Ministro, Fouad Siniora, dijo tras una reunión con Berri, que los partidos políticos rivales estaban cerca de llegar a un acuerdo sobre el plazo para que se extienda el mandato del Parlamento y que una sesión general, del Parlamento, probablemente se celebrará a finales de esta semana; pero el jefe del bloque cristiano Cambio y Reforma, Michel Aoun, manifestó su oposición ya que “La ley de 1960 es mala pero la extensión del Parlamento sería aún peor y el vacío político sería una catástrofe”.
La tensión a la que hacen mención los diferentes líderes políticos libaneses proviene de las implicancias derivadas del conflicto sirio y sus ramificaciones libanesas. El Gral. Salim Idriss, comandante del Comité del Ejercito Libre de Siria, le dio el presidente del Líbano, Michel Sleiman, y al representante de la ONU y la Liga Árabe, Nabih Elaraby, 24 horas para que Hezbollah retire a sus combatientes de Siria y advirtió que los rebeldes sirios podrían orientar sus combates donde los elementos de Hezbollah se encuentren. Por otra parte, Jamal Maarouf, comandante del poderoso grupo rebelde “Brigada de los Mártires de Saraqeb”, amenazó en una entrevista con atacar al ejército libanés si no detenía el paso de combatientes de Hezbollah hacia Siria, mientras que al mismo tiempo bloqueaba el paso de los militantes sunitas libaneses para ayudar a los rebeldes sirios; Maarouf sostuvo que tiene 500 combatientes en Líbano, para cruzar a Siria, y que "El gobierno libanés debe tomar una postura clara. Su silencio significa que están satisfechos”.
Las declaraciones del Gral. Idris, al canal de televisión Al-Arabiya, donde afirmando que "Vamos a perseguirlos todos el camino al infierno, si no se toma una decisión para detener el ataque de Hezbollah en territorio sirio", suena más a una bravata retórica que a una opción viable en el terreno; Idris, un general desertor del ejército de Al-Assad, busca establecerse en un canal privilegiado para la ayuda occidental a los rebeldes –especialmente europea- aunque su control sobre diversas facciones armadas es limitada y la semana pasada le pedía a sus aliados internacionales armamento para equilibrar los combates.
Con su desembarco en la guerra civil siria, Hezbollah está dando sus seguidores en una dirección desacostumbrada, en una apuesta que podría ayudar a rescatarla de la amenaza, con un nuevo poder y más confianza o un final con una derrota con amplias repercusiones; Hezbollah está apostando su prestigio y la seguridad en el esfuerzo para aplastar una rebelión siria que detestaba por su base sunita, pero popular entre los rivales libaneses del grupo y en gran parte de la mayoría sunita del mundo árabe en general. Una mayor participación de Hezbollah en el conflicto en el fondo es motivada –al igual que su aliado, el presidente sirio Bashar Al-Assad- por la supervivencia, del flujo de armas de Irán.
En la batalla por Qusayr, cerca de la frontera con Líbano, Hezbollah y el gobierno sirio lograron avances relámpagos luego de meses de derrotas; si Hezbollah tiene éxito en la conducción del ejército sirio en la victoria por Qusayr, el grupo chiita pasaría de ser una fuerza guerrillera luchando contra la ocupación israelí a una fuerza con un alto poder de disuasión frente a su principal enemigo, Israel, y daría más credibilidad a sus amenazas de invadir el norte de Israel en un conflicto futuro.
En el corto plazo, Hezbollah no necesita preocuparse por una rebelión en su seno. Hay dos factores que actúan como factores atenuantes: en primer lugar, Hezbollah sigue disfrutando de una gran reserva de imagen positiva entre la mayoría de los chiitas. Muchos seguidores sostienen que Nasrallah y Hezbollah cumplieron todas las promesas que hicieron –como reconstruir a Dahieh después de la guerra de 2006- por lo que la confianza personal sobre Nasrallah seguirá; un segundo factor es la disciplina de la fuerza de combate de Hezbollah, al igual que un ejército regular, los combatientes irán a la batalla cuando reciban sus órdenes para hacerlo.
A largo plazo, si Hezbollah no puede lograr una clara victoria sobre los rebeldes sirios -como lo prometió Nasrallah el 25 de mayo- existe el riesgo que ese depósito de imagen positiva comience a reducirse; el hecho de involucrarse en una guerra civil en un país extranjero -aunque sea un país vecino- es diferente a morir defendiendo la aldea, la familia o el honor contra Israel, como fue el caso en 2006. Nasrallah tiene razón cuando argumenta que la gente de afuera no entiende la resistencia de Hezbollah y su medio social, lo mismo podría decirse de los líderes de Hezbollah sobre el futuro próximo y las implicancias de los cambios regionales en curso.
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