miércoles, 19 de junio de 2013

Partidos sunitas libaneses advierten del peligro de participación de Hezbollah en Siria


Una delegación de 57 legisladores de la Coalición 14 de Marzo -encabezados por el ex Primer Ministro Fouad Siniora- visitó al presidente, Michel Sleiman, para entregarle una nota donde se advierte de las consecuencias de la intensa participación de Hezbollah en la guerra civil siria y la frágil seguridad de Líbano; en ese memorándum, la Coalición también pidió la formación de un gobierno "neutral" para evitar el colapso del Estado y de la deriva del país hacia el abismo. La nota añade que la lucha de Hezbollah en Siria, junto a las tropas del gobierno contra los rebeldes sirios, constituye "una violación de la Constitución, la ley y la soberanía del Estado libanés, además de violar los acuerdos árabes e internacionales".

En misma carta, la Coalición del 14 de Marzo también solicitó un despliegue de Fuerzas de Paz de ONU a lo largo de la frontera con Siria, para evitar el desborde de la violencia de la guerra civil. La Coalición 14 de Marzo, que agrupa a cristianos y a la mayoría de los partidos políticos sunitas se oponen a Al-Assad y a la política del Estado libanés hacia la guerra en Siria.

Cuatro cohetes lanzados desde territorio sirio golpearon un área entre las aldeas libanesas de Nabishit y Sarain -en la zona de Sarine en el valle de la Bekaa- un bastión de Hezbollah; el ataque se produjo horas después que un helicóptero de combate sirio disparó cohetes contra Arsal, los disparos se produjeron a pesar que el Ejército libanés dijo que las tropas tomaron las medidas defensivas necesarias para responder inmediatamente a cualquier violación del territorio. El presidente Sleiman calificó al ataque como "una violación de la soberanía de Líbano" y dijo que Beirut tiene el derecho de tomar medidas para defenderse y para "presentar una queja" ante la ONU y la Liga Árabe.

La revolución siria activó a Trípoli, que siempre fue una ciudad conservadora, y transformó al barrio de Bab al-Tabbaneh en una zona de seguridad para los grupos rebeldes sirios, como Jabhat al-Nusra y el Ejército Libre Sirio (ELS), que operan en la frontera; rodeados por una población de 200.000 habitantes en su mayoría sunitas, en la parte inferior de la colina, los residentes predominantemente alawitas de Jabal Mohsen han formado batallones que reúnen a 5000 efectivos listos para combatir.

En el sur del país, Sidón fue sacudido por enfrentamientos entre partidarios del jeque salafista Ahmad Asir y el grupo pro-Hezbollah “Brigadas de Resistencia”, que dejó al menos un muerto y forzó al Ejército libanés al despliegue de unos 400 soldados apoyados por 20 vehículos blindados, en Abra -un suburbio del Este de Sidón-; posteriormente el Ejército emitió un comunicado donde se indicó que la situación era de y que tropas completaron su despliegue en los barrios de la ciudad que fueron escenario de combates.

Ambas ciudades libanesas comparten brotes de violencia derivados de la guerra civil siria, pero que además tienen un fuerte componente étnico-religioso similar al experimentado durante la guerra civil libanesa de 1975-89. El ministro interino libanés de Asuntos Sociales, Wael Abu Faour, dijo que las fuerzas del presidente sirio, Bashar Al-Assad han comenzado la limpieza étnica de los sunitas y empujan deliberadamente a los refugiados a través de la frontera hacia Líbano; este cometario lo hizo tras reunirse con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres.

Por eso no es exagerado cuando la Coalición 14 de Marzo-el principal partido sunita del Líbano- le rogó al presidente Sleiman que evitar el "colapso del Estado", culpando al chiita Hezbollah de arrastrar al país a la guerra en la vecina Siria. Además, como señaló Siniora, el enorme arsenal de armas suministradas por Siria e Irán a Hezbollah ha hecho del grupo una entidad "más fuerte que el Estado.”

Cuando Hezbollah se dio a conocer al público libanés en 1985 con su ahora famosa carta abierta, en su declaración introductoria decía que "No somos capaces en la actualidad de la instalación del gobierno del Islam, pero esto no significa posponer nuestra ideología y proyecto. Tenemos que trabajar duro para lograr nuestro objetivo, y el medio más importante de hacerlo es transformar a Líbano en una sociedad de guerra”; la estrategia de Hezbollah para convertir a Líbano en un Estado islámico depende de la marginación de la población sunita de la conducción del país.

Aunque el acuerdo de Taif de 1989 se aseguró de que los chiitas pro-sirios y los cristianos maronitas controlarían política, la seguridad del país, y el aparato judicial, el regreso a Líbano del sunita Rafik Hariri alteró el equilibrio político de Hezbollah. Como partido político totalitario, Hezbollah no puede sobrevivir sin un componente militar y no aceptará nada menos que el control total del sistema político libanés. El problema de Hezbollah, es su incapacidad inherente para transformarse en una verdadera fuerza política doméstica debido al temor que su legitimidad -ser iguales a los grupos políticos ordinarios- implica aceptar las normas básicas y esto, a su vez, significa que Hezbollah no ha abandonado su objetivo de crear un Estado islámico en Líbano.



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