A mediados de marzo, el Secretario General Adjunto de Hezbollah, Naim Qassem, dijo que su partido no aceptaba el establecimiento de campos de refugiados sirios en Líbano ya que “que tales campos se convertirán en una isla militar contra Siria y luego Líbano". En otras palabras, Hezbollah no quiere que una situación similar a la de la década de 1970, cuando los grupos guerrilleros palestinos establecieron bases -que no deben confundirse con los campos de refugiados palestinos- en el sur del país y partes de la Bekaa para lanzar ataques contra Israel desde Líbano.
Sin embargo, trabajadores humanitarios señalan que el establecimiento de campamentos es inevitable, y aunque Hezbollah se ha negado rotundamente a aceptar el establecimiento de campamentos -principalmente por temor a los sunitas refugiados anti-Assad- ya que pasarán un largo plazo en suelo libanés, el creciente número de refugiados sirios no deja otras alternativas.
Este mismo mes, Ninette Kelley, jefa de misión local del ACNUR, insistió que no la construcción de campos de refugiados era la estrategia correcta y argumentó Líbano era "un modelo para tratar con los refugiados"; pero ese enfoque está a punto de ser abandonado exponiendo a la ONU a las críticas sobre la subestimación de la escala y la naturaleza de la crisis y el agravamiento del sufrimiento de los refugiados sirios.
Pero ahora ACNUR espera levantar rápidamente dos campos en la zona de la Bekaa –bajo control de Hezbollah- en las ciudades de Joub Janine y Znoub Tall, para llegar finalmente a unos 12 campamentos capaces de recibir a 100.000 refugiados cada uno, de acuerdo con los documentos de la ONU y sesiones de información de los funcionarios de los organismos de asistencia del ACNUR en Beirut, esto haría que Líbano se ponga en línea con la estrategia de la ONU –junto a los campamentos en Jordania y Turquía-. En las zonas chiitas, la llegada de los sunitas sirios es recibida con inquietud y los propios trabajadores humanitarios reconocen que pronto se empezará a ver la violencia entre las comunidades de acogida y los refugiados.
El 10 de junio, un grupo de mujeres y niños impidió el paso de un convoy de la Cruz Roja que lleva un grupo de sirios heridos de Arsal en el norte del Líbano. Según la Agencia de Información Nacional, el grupo bloqueó la ruta en protesta por el secuestro de un civil en un caso no del todo claro; pero los manifestantes no dejaron pasar la caravana con los heridos sirios y el convoy terminó tomando una ruta más larga a través de Hermel, Baalbek, Aynata, bajo la protección del Ejército libanés y la Cruz Roja Internacional.
Nuevas cifras de ONU muestran que el número de refugiados sirios en Líbano ha alcanzado los 500.000 -en un país con una población de poco más de 4 millones- sin embargo hay problemas mayores. El jefe de la sub-oficina del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Bekaa, Ingolfur Palsson, explicó que "Cada mes tenemos 50.000 personas que cruzan la frontera libanesa procedente de Siria. Y cada mes estamos aumentando nuestra capacidad para satisfacer las necesidades de estas personas. Para nosotros, la comida es la más alta prioridad a estas personas en el momento. Estamos capaz de hacer frente, pero cada vez es más y más difícil”.
La embajadora de Unión Europea en Líbano, Angelina Eichhorst, dijo ayer que Líbano debe estar preparado para recibir más refugiados sirios y describió la situación humanitaria de los desplazados como "la peor desde la Segunda Guerra Mundial. La ayuda humanitaria es abundante, pero la necesidad la supera con creces y este es el problema. Estamos siendo testigos de una situación que no hemos visto desde la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una gran crisis". Los comentarios de Eichorst fueron hechas durante una visita a las reuniones de refugiados sirios en el sur de Líbano, donde la funcionaria se reunió con los refugiados y les preguntó acerca de sus necesidades y dificultades. Solamente en Shebaa el número de los refugiados es de 40.000 y el municipio local está pagando por sus gastos, con la ayuda de donaciones.
El presidente libanés, Michel Sleiman, propuso en abril la creación de campos de refugiados dentro de Siria, bajo la protección de ONU para albergar a los miles de desplazados que huyen de la violencia; la propuesta del presidente libanés era establecer los campamentos cerca de la frontera siria con Líbano, Jordania, Turquía e Irak y de hecho le pidió a los Estados árabes y del Golfo que ayuden al Líbano para hacerle frente al creciente número de refugiados sirios. Sleiman se reunió con el Comisario General Adjunto del UNRWA, Philipo Grandy, quien le prometió al presidente libanés que iba a proponer sus ideas al Secretario General de ONU, Ban ki-Moon.
El ex Primer Ministro, Saad Hariri, acusó a Hezbollah de poner en peligro a Líbano a través de sus acciones a lo largo de los años, incluyendo el envío de combatientes a la guerra en Siria y señaló que "Hezbollah decidió unilateralmente romper todas las tradiciones, leyes y normas que rigen la vida nacional entre los libaneses y como un grupo sectario armado, no tuvo ninguna consideración en los derechos de los Estados en la adopción de decisiones fundamentales por la sensibilidad de los grupos vive entre los que constituyen por lo menos el 50% de la población libanesa."
Pero ese 50% podría cambiar en el largo plazo y ese es el mayor temor de Hezbollah sobre la cuestión de los campamentos y los refugiados sirios –especialmente sunitas- que cambiarían la demografía política libanesa. Aproximadamente unos 400.000 refugiados palestinos ya viven en campamentos en Líbano, algunos huyeron de Palestina luego del establecimiento de Israel, y ahora tendría lugar probablemente una masa igual o superior de refugiados sirios; incluso aún después que la guerra civil haya terminado, si Al-Assad se aferra al poder no regresarían a Siria.
Los chiitas se convertirían así significativamente en una segunda fuerza política, dentro de un sistema político basado en un delicado sistema sectario, perdiendo su actual capacidad de influir en la formación de los gobiernos y en las políticas de Estado.
Mientras se espera un impacto directo en la demografía, la economía libanesa ya acusa los primeros efectos. La afluencia de refugiados y el conflicto sirio están dañando la economía de Líbano: una caída de 17.5 % en la afluencia de turistas en 2012 -que se acumula a la caída del 23,7% de 2011-; disminución de las exportaciones industriales; caída de la confianza del consumidor del 37% en 2012 -tras una caída del 29 % en 2011- y una disminución de la inversión extranjera directa del 68% en 2012.
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