19-07-2010
"La mano que toca las armas de la resistencia será cortada." En el cartel, el hombre fuerte del sur del Líbano, Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah ("Partido de Dios), ha lanzado una advertencia en el lengua de Molière. Para que el mensaje se entienda por los soldados franceses de la Fuerza de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL), que patrullan Kirbet Slema, pueblo recogido en el valle de Wadi al-Ahjir. Un camino se ve favorecido por las milicias chiíes para el acercamiento a la frontera con Israel.
Después de la guerra del verano de 2006 entre el ejército israelí y Hezbollah, los franceses han heredado esta zona sensible, el paraíso para la guerrilla. El despliegue de tanques Leclerc, equipado con sensores, que puede detectar cualquier movimiento sospechoso a cuatro kilómetros de distancia. Numerosos depósitos de armas han sido vaciados. Pero la presión sobre UNIFIL hizo que se retiraran. Hezbollah aprovechó la oportunidad para consolidar su presencia. Israel está alarmado. ¿Qué ha causado el regreso de la UNIFIL?. "Los soldados habían perdido contacto con la gente y cuando la gente los vio volver, ellos dijeron que era el requerimiento de Israel", señaló Timor Goksel, quien fue portavoz de la UNIFIL durante más de veinte años.
Hoy, el "Hezbollah se está tratando de recuperar el control del espacio subterráneo, a fin de responder cuando y donde quiera", analiza el ex jefe de la UNIFIL, el general Alain Pellegrini, quien está preparando un libro sobre la Fuerza. El incidente de Tulin pone de manifiesto que Hezbollah maneja información sólida sobre la UNIFIL y puede cruzar la zona a su antojo. Sobre todo porque el Ejército libanés tiene una cierta pasividad.
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