martes, 16 de julio de 2013

El Islam politico en Líbano


El gobierno libanés es impotente y los políticos no son capaces de alcanzar el consenso mínimo necesario para evitar el colapso de las instituciones del Estado libanés, lo que empujaría al país hacia un vacío en medio de los conflictos regionales renovados después de la segunda revolución egipcia. Por otro lado, el mito del Líbano pluralista ha caído: la sofisticación libanesa, su fe en la democracia, su apego a la libertad y su rechazo del sectarismo se encuentra paralizado por las posiciones políticas polarizadas en medio de una serie de tensiones regionales que exceden la capacidad de decisión de Beirut.

El golpe de estado en Egipto se está reflejando en todo el mundo árabe, sobre todo en los movimientos islámicos –en los gobernantes como en los que luchan por llegar al poder- y es la batalla del Islam político en su intento de llegar al poder, no sólo en Egipto, sino en toda la región. La caída de la Hermandad Musulmana en Egipto dañará los diversos partidos y organizaciones que levantan la consigna de "El Islam es la religión y el Estado" además de considerar a los otros musulmanes que se oponen a sus puntos de vista como apóstatas. En Líbano la situación empeora por las permanentes acusaciones de traición que los partidos políticos libaneses lanzan el uno al otro; lentamente al conflicto sectario se le comienza a sumar otro: los políticos están conspirando colectivamente contra la unidad del pueblo, el Estado y sus instituciones, incluyendo el resto de los símbolos de la legitimidad como el Parlamento y el Ejército.

Los acontecimientos en Egipto sirven como prueba que la sociedad va a aferrarse a los partidos islámicos sólo si tienen éxito en gobernar el país de manera eficiente, justa y transparente, y sólo si estas partes se comprometen a defender la independencia nacional y los intereses nacionales árabes; por el contrario, la gente va a boicotear esos partidos si no lo hacen. La mayoría de los líderes religiosos insisten en que sólo ellos conocen la verdad completa y definitiva, por lo tanto no son capaces de confiar en la comunicación en la vida política. ¿Los partidos políticos islámicos serán capaces de comprender las lecciones de la realidad y designar a líderes espirituales y políticos -que se comunican, interactúan y existen en la armonía- a sabiendas de que la última palabra en las decisiones políticas que se deja al mando político? ¿Significa esto que los partidos islámicos tendrían que poner en peligro los objetivos ideológicos islámicos que están tratando de lograr? Esto contradice la lógica, el concepto pluralista de la democracia y las libertades de creencia política.

Arabia Saudita, que tradicionalmente trabaja detrás de escena, ahora está al frente de la escena política con el pretexto de hacer frente al "Irán chiita": Arabia Saudita se ha apresurado a apoyar la segunda revolución del "Egipto sunita" y se enfrenta al régimen alawita de Siria suministrando a los rebeldes con armas –incluyendo misiles antiaéreos- y al tratando de controlar la oposición siria mediante la cooptación de las tribus sirias que tienen miembros en países vecinos, como Irak y Arabia Saudita. En el Líbano, Riad ha roto con su tradición de secreto y abiertamente ha seleccionado al Primer Ministro designado, al mismo tiempo que también está tejiendo nuevas alianzas políticas libanesas que cambien efectivamente la escena política; en el fondo el objetivo saudita es eliminar a Hezbollah del gabinete libanés, que es considerado como una alteración al equilibrio de poder inter-religioso de los Acuerdos de Taif.

La reunión del líder del Movimiento Patriótico Libre (MPL), Michel Aoun, con su par de Hezbollah, Sayyed Hassan Nasrallah, prevista para los próximos días tienen como objetivo discutir los desacuerdos internos; sin embargo la ruptura del cristiano Aoun con el partido chiita y su acercamiento al Movimiento del Futuro del sunita ex PM Saad Hariri es un indicio del sismo político derivado de los conflictos sectarios en la región. Trascendió que Aoun visitará Arabia Saudita luego de su reunión con Nasrallah, en lo que parece ser el descongelamiento de las relaciones bilaterales entre el líder cristiano y Riad, luego que Aoun abandonó las filas sunitas de la Coalición 14 de marzo.

La participación de Hezbollah en la guerra siria, anunciada públicamente por Nasrallah en mayo, ha sido criticada por el MPL que mantiene su apoyo sobre las cuestiones relacionadas con Israel y la resistencia de Hezbollah en defensa de la soberanía libanesa. Líbano es un ejemplo evidente de cómo los partidos político-religiosos regionales no han comprendido el desafío que supone la ruptura entre la sociedad y los dirigentes nacionales con base sectaria: las demandas económico-políticas ya no pueden ocultarse por mucho tiempo bajo la alfombra de las tensiones con Israel u Occidente.


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