A las disputas entre sunitas y chiitas libaneses, que conviven en estrecha proximidad y que tienen el potencial de provocar grandes problemas en zonas desconectadas entre sí como Sidón, la Bekaa central y las áreas del sur de Beirut, ahora se suma el norte del Valle de Bekaa que comienza a transformarse en un área volátil debido a la dinámica de las comunidades chiitas y sunitas, agravada por sus raíces de fuertes tradiciones tribales y un marcado desapego a la autoridad del Estado. Las milicias locales son históricamente independientes y están bien armadas, al punto de decidir activamente en enfrentamientos dentro de la guerra civil siria.
Los sunitas del noreste Valle de Bekaa, con centro en la ciudad de Arsal, son partidarios acérrimos de la oposición armada siria; el relativo aislamiento de Arsal con respecto al resto del país y su proximidad a Siria -a través de rutas de las montañas despobladas del norte- permiten llegar a la zona de Al-Qusair y al este hacia la región Nabk, haciendo de Arsal un centro estratégico para los rebeldes sirios. Mientras que el noroeste del Valle de Bekaa es predominantemente chiita, con su centro en Hermel, es una zona donde Hezbollah domina y goza de un alto nivel de apoyo de la comunidad chiita local; y no es ningún secreto que combatientes de Hezbollah están operando dentro de Siria, especialmente en una serie de unas 23 aldeas pobladas por chiitas libaneses frente a la ciudad fronteriza de Al-Qasr –5 km al este de las aldeas en poder de los rebeldes-.
Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, recientemente acusó a los rebeldes sirios de atacar a los chiitas libaneses que viven en aldeas sirias y negó que elementos de su grupo hubiesen dirigido a los civiles libaneses en la resistencia; por su parte el Ejército Sirio Libre (ELS) amenazó con bombardear posiciones de Hezbollah después de acusarlos de disparar desde el valle de Bekaa contra aldeas bajo el control del ELS en la región de Qusayr. Lo cierto es que, además de acusaciones cruzadas, sirios desplazados habían huido a la región de Hermel, mientras que los que permanecen en las aldeas se han armado para defenderse y proteger sus propiedades, formando una milicia chiita siria que trabaja con Hezbollah.
Khaled Hmayed, un militante libanés, murió acribillado por disparos del ejército libanés hace dos semanas en circunstancias poco claras y la posterior muerte de -al menos- dos soldados libaneses a manos de los residentes en venganza, ha puesto a la ciudad de Arsal en el norte del Valle del Bekaa, en el centro de las miradas; la ciudad es un importante centro de apoyo logístico de los rebeldes que luchan contra el régimen sirio y debido a lo escarpado del terreno, los cruces fronterizos con municiones y heridos son difíciles de controlar. Desde asesinato de Hmayed, las tropas de elite del Regimiento de Asalto Aéreo de Líbano se han desplegado alrededor de Arsal, con puestos de control en la única ruta que conduce a la ciudad, buscando los coches y patrullas en las montañas y los alrededores, que por ahora han sellado efectivamente a Arsal de la guerra siria.
Fadi Sawan, Juez Militar de Instrucción, interrogó a Ahmed al-Hujairi, un detenido de la familia Al-Hujairi que era buscado por su participación en la emboscada a una patrulla militar en Arsal.
El ejército libanés dijo que Hmayed era un terrorista buscado y que fue asesinado al resistirse al arresto y tanto el gobierno como el ejército están exigiendo la entrega de los atacantes de los soldados muertos, pero los residentes de Arsal están pidiendo una investigación independiente sobre la muerte de Hmayed y afirman que fue una "ejecución". Sin embargo, el ejército se encuentra en una posición difícil. Mantener un estricto control sobre Arsal alejará aún más a los residentes y profundizará las acusaciones sobre la parcialidad del gobierno a favor del régimen sirio; Ali Hojeiry, alcalde de Arsal, se ha ganado un amplio apoyo de líderes sunitas libaneses que simpatizan con la asistencia a los rebeldes sirios. Pero si el ejército arresta a residentes sospechosos en la muerte de los soldados, se corre el riesgo de debilitar a una institución que muchos consideran como garante de la estabilidad interna; además los sunitas conforman la mayoría de los rangos más bajos, lo que podría poner a prueba la integridad del ejército en caso de enfrentamientos sostenidos con militantes sunitas libaneses.
Sin embargo lo que está sucediendo detrás de las escenas es la más preocupante. Al parecer, existe un plan de trabajo en los pasillos políticos, y dentro de los medios de comunicación diseñados para atacar el Movimiento Futuro y sunitas libaneses de línea dura: la representación de los acontecimientos en Arsal provocan una respuesta local, que a su vez permite afirmar que Arsal es un semillero de yihadistas fundamentalistas sirios -específicamente de Jabhat Al-Nusra-; el objetivo final es sellar Arsal evitando que su pueblo apoye a los rebeldes sirios y además se justificaría las armas de Hezbollah diciendo que hay focos ilegales, que representan una amenaza de seguridad fuera de las zonas controladas por Hezbollah.
Las exageradas las acciones del sheikh sunita Ahmad Al-Asir y su convoy turístico en las montañas del Distrito de Keserwan hace una semana para hacerlo parecer como si habla en nombre de los sunitas, cuando en realidad no lo hace, son parte de esto. En respuesta se organizan movimientos populares en apoyo del ejército y su liderazgo en áreas cristianas y chiitas, como sucedió después de la muerte del jeque Abdul-Wahed en Akkar. También se lanzará una campaña por los medios de comunicación para denostar a un grupo libanés particular, según el Movimiento del Futuro, el aspecto más importante del plan es contener la iniciativa del ex PM Saad Hariri, quien anunció que corren riesgo las elecciones parlamentarias debido a la nueva ley electoral.
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