viernes, 29 de agosto de 2014

La Primavera Árabe, el ISIS y un nuevo Medio Oriente


El Ejército sirio emboscó a un grupo de yihadistas en Flita, Qalamoun, dejando como resultado 15 muertos y decenas de heridos. Las unidades del Ejército sirio continuaron sus operaciones en Jobar y las áreas en el Este de Ghouta, en zona rural de Damasco, destruyendo varios túneles con terroristas dentro y bloques de construcción sobre los que establecieron un puesto de control. Las operaciones en Jobar que comenzaron ayer, avanzan desde el Norte por Zamalka hacia el Sur.

Otras unidades estatales también destruyeron un depósito de armas al sur del Banco Islámico. Mientras tanto, una serie de operaciones se llevaron a cabo en el valle de Ein Tarma, Jissrin, Hutaitet Al-Heres, Zabdin - profundamente en el Este de Ghouta- que resultó en la destrucción armamento rebelde. En la zona rural occidental de Damasco, una unidad del ejército llevó a cabo una operación de precisión en el barrio de Al-Mahatta, en Zabadani, destruyendo un vehículo cargado con una ametralladora pesada y mataron a Ahmad Al-Moghrabi, líder de los llamados "Escuadrones de Misiones Especiales" del Frente Islámico. 


A principios de agosto, los enfrentamientos se extendieron rápidamente a través de las aldeas de Abu Hamam, Kashkiyeh y Ghranij de la tribu Shaitat. Este fue el choque más importante entre el ISIS y un grupo tribal luego que los yihadistas aceleraron su empuje al Este en junio, después de la exitosa ofensiva sobre la ciudad iraquí de Mosul. Las tribus sunitas tienen una historia larga de combates en Siria; muchos en el terreno del Este y eran considerados como la última barrera que le quedaba al ISIS para dominar Deir Ezzor y sus campos de petróleo. Según informes posteriores, esos combates fueron provocados por la detención de 3 miembros del ISIS de tres miembros de una tribu Shaitat, violando el acuerdo entre las dos partes, que no se opondrían al ISIS a cambio de que los extremistas no atacasen a sus miembros.

Los militantes sirios de Jabhat Al-Nusra que se apoderaron de un puesto fronterizo en los Altos del Golán, también capturaron a 47 Cascos Azules de Fiji y han inmovilizado a 81 Cascos Azules filipinos, según lo informó la ONU. Los rebeldes que a los efectivos de Fiji fueron obligados a entregar sus armas después de tomarlos como rehenes; el Cnel. Filipino Roberto Ancan señaló que "Podemos usar la fuerza letal en defensa de las instalaciones de la ONU (…) Simplemente me gusta hacer hincapié en que nuestras tropas están bien armadas, ellos están bien entrenados (...) Son soldados de la fuerza de paz bien disciplinados."

El alto número de fuerzas de paz de ONU capturados por los yihadistas solo demuestra que las operaciones de mantenimiento de la paz de ONU son fundamentalmente una pérdida de fondos; difícilmente puedan mantener la paz si un grupo de militares entrenados no pueden defenderse ante una horda de rebeldes con armamento liviano que carece de entrenamiento militar formal. 

Los rebeldes iraquíes, militantes tribales y antiguos miembros del Ejército, organizados en consejos militares en las zonas sunitas ven a las garantías estadounidenses e internacionales como crucial para cualquier acuerdo de ese tipo. Abu Muhammad al-Zubaai, líder tribal de la provincia de Anbar, precisó que "No queremos las armas de los norteamericanos, queremos una solución política real, que EE.UU. debería imponerle a esas personas que instaló en la Zona Verde [en referencia a los líderes políticos iraquíes que siguieron a la ocupación de EE.UU. de 2003] (…) El problema del ISIS se terminaría si nos garantizan esta solución.”

Barack Obama ha dicho que "No quiero poner el carro delante del caballo (…) No tenemos una estrategia aún. Creo que por lo que he visto en algunos informes, algunas personas sugieren que están un poco más adelante de donde estamos actualmente." Lo cierto es que EE.UU. no tiene ninguna estrategia contra el ISIS en Siria y que las especulaciones sobre la posibilidad que Obama esté cerca de tomar la decisión de ampliar su campaña aérea contra el ISIS más allá de Iraq, es poco probable.

Atacar a la Alemania de Adolf Hitler benefició a la Unión Soviética del monstruo moral Joseph Stalin. Ese hecho ineludible de la II Guerra Mundial no quiere decir que no valía la pena luchar nazis y dadas las circunstancias, aliarse con Stalin para vencer a Hitler, fue la decisión correcta. Pero las consecuencias de esa alianza fueron horribles y hacer caso omiso de sus desventajas sería desconocer las verdaderas opciones que EE.UU. enfrentó. Hoy en Siria, EE.UU. a otra serie de opciones terribles: Bashar Al-Assad, es un dictador denunciado por crímenes de lesa humanidad y los diversos grupos rebeldes que tratan de arrebatarle su control –como el ISIS- son milicias radicales. Golpear a Al-Assad, como Obama amenazó hacerlo el año pasado, ayudaría al ISIS. Golpear al ISIS, ahora la administración Obama está amenazando con hacer ahora mismo, ayudaría a Al-Assad. Y mientras que la perspectiva de ayudar a Al-Assad o al ISIS no prueba decisiva que la intervención sea imprudente, es al menos un factor que los estadounidenses deben enfrentar con los ojos abiertos, en vez de pretender una compensación a largo plazo.

En medio de la ansiedad pos Primavera Árabe -que ha cambiado todo- se teme que el desmembramiento de Siria llevaría a la desintegración del trabajo de Sir Mark Sykes y François Georges-Picot en 1916-1917. La guerra civil en Siria parecía presagiar la desintegración del Estado y el emparejamiento de sus fronteras para servir a los propósitos iraquíes, israelíes, libaneses, kurdos y turcos. Ankara, por ejemplo, había amenazado con apoderarse de la ciudad siria de Idlib si los flujos de refugiados superaba un umbral muy bajo, que hace tiempo que ha cruzado. Los kurdos de Siria, por su parte, se esperaban que acordonasen su parte de Siria del resto del país para luego unirse a Kurdistán iraquí en una declaración de independencia. A lo largo de la frontera sirio-libanesa, se esperaba que Hezbollah expandiese su territorio -a costa de Siria- para preservar las líneas de comunicación a un enclave alawita costera si Al-Assad perdía el control del resto del país. Y, si Israel se sentía amenazado por los sunitas radicales en Siria, el pensamiento era que podría empujar los límites existentes en los Altos del Golán hacia el Este para establecer una especie de zona de amortiguación entre los pueblos del interior e israelíes en la escarpa. Por encima de todo, existe el temor que la frontera iraquí-siria se desmorone, como finalmente lo hizo. De hecho, la ansiedad acerca de Sykes-Picot parecía subir las apuestas de la guerra civil en Siria, la intensificación de terror sobre una fusión de Medio Oriente Medio.

En el fondo, el fenómeno de los yihadistas occidentales que operan en Medio Oriente no debe sorprender al mundo. En todo caso, se debería indagar sobre las causas que mueven a estos radicales a pretender la instauración de un califato islámico cuasi medieval en pleno siglo XXI; la causa puede ser el derrocamiento de Bashar Al-Assad, la agresión israelí contra los palestinos, el chiita gobierno sectario de Iraq puesto por Occidente o las revoluciones emergentes de la Primavera Árabe. Los yihadistas tienen como común denominador que son parias dentro de sus propias sociedades –Europa, EE.UU. Australia, etc.- aún las árabes plagadas de corrupción y abuso secular. 

Los cambios o cuestionamientos de los regímenes durante la Primavera Árabe permitieron que las fuerzas políticas islamistas, que siempre habían sido marginados, lograsen una mayor influencia política; pero no por ello se debe hacer una evaluación excesivamente simplista de un aumento de la influencia y poder del Islam político. Las crisis políticas que aquejan a los gobiernos regionales no son necesariamente de su propia creación, pero si están determinados por circunstancias objetivas. Es interesante destacar que las diversas experiencias de los partidos políticos islamistas en el poder durante los últimos 2 años -en Túnez, Marruecos y Egipto- ofrecen un panorama mixto. La debacle de la Hermandad Musulmana en Egipto capturó la atención internacional, pero no se parecía a la trayectoria de otros partidos gobernantes islamistas en la región. El electorado fue decepcionado por el desempeño de los gobiernos liderados por los islamistas, que resultó no estar preparado para gobernar. Su pobre el rendimiento no es sólo debido a la falta de capacidad sino que también es debido al hecho de que la integración en el sistema político existente no ha sido fácil y los partidos islamistas se han enfrentado a una feroz resistencia tanto de partidos laicos y otras fuerzas en sus respectivas sociedades y del extranjero.

La yihad se ha vuelto un elemento unificador e incluyente que, mediante una brutal metodología y violencia, aprovecha la formación y capacidad de esos elementos formados en las principales potencias del mundo para instaurar un universo propio en la utopía del Califato en pleno corazón del Medio Oriente.




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