Cientos de personas desafiaron una lluvia torrencial para marchar en apoyo a la finalización del sistema nacional de política sectaria, al que los manifestantes culpan de la corrupción y el empobrecimiento de la población. Los manifestantes portaban pancartas que decían "La gente quiere derrocar al régimen sectario", y cantaron "Revolución ha llegado en el Líbano", en un intento de aprovechar la ola de cambios en el mundo árabe.
El sistema de gobierno de Líbano se basa en un acuerdo de 1943 para compartir el poder a lo largo de las fronteras confesionales, adoptado después de que el país ganó su independencia de Francia. Líbano está regido por un delicado sistema de reparto de poder para mantener el equilibrio entre muchas sectas del país; por convención desde hace mucho tiempo el presidente debe ser cristiano maronita, el primer ministro un musulmán sunita y el presidente del Parlamento un musulmán chiita.
Los organizadores distribuyeron un folleto que exige un sistema de gobierno laico, civil, democrático, socialmente justo y equitativo y un aumento en el salario mínimo y reducir los precios de los productos básicos
La policía y soldados custodiaban el edificio de gobierno, y algunas de las tropas, sonreían mientras los manifestantes llegaban y tomaron fotos de los manifestantes. Más de 2.600 usuarios de Facebook se habían inscrito para participar en el rally, pero la lluvia parece haber disuadido a una parte importante.
Aunque la marcha fue marcadamente crítica de las Coaliciones 14 de marzo y 8 de Marzo 8, el Movimiento del Futuro envió un pequeño grupo de manifestantes, en un gesto "simbólico" de participación. Wissam Shibli, coordinador general de la juventud del Movimiento del Futuro, señaló que su partido está en contra del régimen sectario y que en algunas partes del país se está tratando de manipular al sistema.
Los manifestantes hicieron hincapié en que eran ciudadanos libaneses independientes que quieren vivir y tener justicia social, igualdad y que quieren un cambio, afirmando que representaban diversas afiliaciones políticas de diferentes partes del país. Dijeron que ponían la totalidad de sus diferencias a un lado con el fin de aunar sus esfuerzos para tratar de cambiar el régimen del sistema.
Si bien en el actual escenario político interno de Líbano no resulta viable plantear un cambio de semejante magnitud, en parte por las implicancias que ello tendría sumada a la extrema polarización de la sociedad, los reclamos de estos sectores comienzan a asomar y señalan las falencias de la clase política libanesa. Desde las denuncias de corrupción a la falta de acciones concretas que mejoren la calidad de vida del libanés promedio serán dificiles de ocultar por los partidos que están más ocupados en las disputas politico-religiosas que en gobernar en favor de los jóvenes.
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