Las protestas del Oriente Medio han dado un nuevo impulso a los jóvenes libaneses que han lanzado su propio grupo de revuelta en Facebook, en un intento para derrotar sistema confesional de Líbano. Utilizando consignas popularizadas por los manifestantes en Túnez y Egipto, desde esta página se insta a los libaneses a derrocar el sistema confesional, la corrupción y la pobreza.
La situación socio-política de los libaneses es muy diferente a la de otros países árabes donde los regímenes tienen tiranías con décadas en el poder, mientras que las libertades personales están severamente coartadas; Líbano tiene un sistema democrático con facciones que representan a los minorías religiosas en un sistema de equilibrio.
A diferencia de otros países en el Oriente Medio, el Líbano sistema de gobierno se basa en un acuerdo de 1943 para compartir el poder, aprobado después el país obtuvo su independencia de Francia. Destinado a mantener una armonía entre las 18 sectas religiosas, el acuerdo exige que el Presidente sea un cristiano maronita, el Primer Ministro a un musulmán sunita y el Presidente del Parlamento un musulmán chiita; luego las divisiones del gobierno se basan en un acuerdo que divide porcentualmente los Ministerios entre las religiones.
La cuestión radica en como son elegidos los representantes de cada comunidad religiosa para representar su posición en el gobierno, mucho de ellos son miembros de familias tradicionales o castas de poder que han pasado su cargo de padre a hijo y es allí donde se genera la corrupción y se cuestiona –por los jóvenes- la representatividad del sistema.
Independientemente de las manifestaciones políticas, muchas veces no resulta del todo claro si las mismas son contra el partido, la persona o la comunidad religiosa. Resulta de vital importancia reconocer que la religión juega un papel importante en todos los aspectos de la sociedad libanesa e incluso los políticos seculares se ven obligados a incorporarse al sistema si quieren sobrevivir.
Este movimiento lanzado desde Facebook se enfrenta, no solo con la imposibilidad de cambiar un sistema que se mueve en un delicado equilibrio, sino con la alterativa que implicaría que cada grupo religioso modifique la forma en que son elegidos sus representantes lo que en la práctica conllevaría a tener 18 mini-revoluciones.
Antoine Messarra, miembro del Consejo Constitucional, dijo que el cambio no vendrá a través de una revolución en el Líbano, sino paso a paso, sino mediante la educación y mejorar las relaciones entre el Estado y sus ciudadanos no solo con promesas, sino con un abordaje metódico del problema.
Abu Reem, administrador de la página de Facebook llamado "El pueblo Libanés quiere Derribar el Sistema Confesional”, señala que la lección que cabe extraer de las revoluciones en Egipto y Túnez, es que se deben dejar a un lado todas las diferencias a favor de un objetivo común; su grupo lanzó una convocatoria abierta para el 06 de Marzo en Beirut para estudiar los pasos a seguir luego de que su grupo obtuvo más de 10.000 admiradores.
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