El Primer Ministro designado, Tammam Salam, insiste en no darle el derecho de veto a cualquier parte en el nuevo gabinete y quiere que los ministerios roten entre las sectas; Salam está tratando de formar un bloque ministerial centrista en el Consejo de Ministros en el cual ninguna de las partes podrá disfrutar de poder de veto, así se lograría un gobierno homogéneo que pueda ser productivo. Hezbollah y sus aliados de la Coalición 8 de Marzo exigen la formación de un gobierno de unidad nacional en contraposición con la Coalición 14 de Marzo que impulsa la formación de un Estado neutral o tecnocrático, donde el gabinete supervisará las próximas elecciones.
Sus comentarios se produjeron un día después que Al-Manar TV –la cadena de noticias de Hezbollah- informó que los partidos de la Coalición 8 Marzo rechazaron el principio de la rotación de las carteras ministeriales, que al parecer tenía como objetivo la lucha contra Michel Aoun, líder del Movimiento Patriótico, quien insiste que su partido retenga la cartera de Energía y Telecomunicaciones. Hezbollah y sus aliados informaron que no darán marcha atrás en su demanda del poder de veto en el nuevo gabinete; Salam, quien se reunió la semana pasada con representantes de todas las partes del 08 de Marzo, está a la espera de respuestas de estos partidos sobre la composición y el papel del nuevo gabinete.
Hezbollah y sus aliados tomaron parte en el nombramiento de Salam durante las consultas parlamentarias porque no tenían alternativa frente a la renuncia de Najib Mikati; pero a los pocos días después, se puso en marcha una campaña de intimidación contra Salam -que resultó efectiva- provocando el alejamiento del líder socialista, Walid Yumblatt, si el gobierno no era aprobado por Hezbollah. Por su parte, el presidente Michel Suleiman aconsejó Salam que concediese más tiempo para superar los obstáculos, algo que va en sintonía con la campaña de la resistencia chiita.
Si el nuevo gobierno de Salam no es un gobierno de unidad nacional -en el sentido de que incluya a Hezbollah y sus aliados- en el que posean el derecho al veto tercero, así como el acceso a los ministerios más importante, por ejemplo como la energía y las comunicaciones, Hezbollah considerará que al nuevo gabinete como un "gabinete desafío” y lo confrontará con todos sus medios. La política de "ir lento" de Salam le está costando su arma más poderosa: el apoyo del público; la pérdida del impulso inicial se traduce en la retracción de los mercados financieros y en la sensación de esperanza la sociedad libanesa.
Tammam Salam fue el encargado de formar un nuevo gabinete con un mandato de aprobación casi unánime pero percibido con un carácter transitorio, orientado para la administración y supervisión de las próximas elecciones parlamentarias; si el gabinete es de transición -duraría sólo hasta después de las elecciones- no tendría mayor sentido que Salam permanezca en consultas interminables, algo comprensible solo si el gabinete fuese a perdurar en el tiempo. Tal vez Salam esté formando un gabinete que políticamente independendiente que no sea sesgado, algo imprescindible para hacer frente a los desafíos regionales sin precedentes, así como las divisiones sectarias.
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