El Primer Ministro designado, Tammam Salam, informó al presidente Michel Sleiman el resultado de las conversaciones para formar un nuevo gobierno, luego de recibir apoyo para su nueva tarea de la UE y Alemania; Salam concluyó los dos días de consultas no vinculantes con los bloques parlamentarios, en medio de diferentes puntos de vista sobre la forma del nuevo gobierno y solo se limitó a decir que “Hemos decidido cambiar a modo 'OFF' durante unos días hasta que podamos consolar el país". Salam, quien dijo que desea formar un gobierno homogéneo, celebrará nuevas consultas con figuras políticas antes de decidir sobre la estructura del gobierno; esta instancia es una señal de la disparidad de las demandas hechas por los distintos bloques y que refleja las divisiones entre las Coaliciones 08 de Marzo –que desea un gobierno de unidad nacional- y la 14 de Marzo –que impulsa un gabinete neutral-.
El nombramiento de Salam fue apoyado a regañadientes por Hezbollah, ofreciendo un inusual momento de consenso en la política de Líbano; en realidad responde más a la preocupación de la resistencia por la difícil situación del presidente sirio, Bashar Al-Assad. La movida de Hezbollah parece dispuesta a sacrificar al ex PM Najib Mikati, a cambio de garantizarse un mejor control de la seguridad, aun bajo el riesgo que el nombramiento de Salam cambie el actual equilibrio de poder y el gobierno se vuelva más pro-occidental y pro-saudita.
No está claro exactamente por qué los funcionarios sauditas prefirieron al más moderado y atípico de los políticos sunitas de la Coalición 14 de Marzo para formar el próximo gobierno libanés, si los líderes sauditas actuaron por su cuenta y están buscando una solución para Líbano evitando su posible pérdida –como sucedió en Iraq- entonces reconocen que en Líbano no se le puede dar el poder únicamente a los sunitas y a la Coalición 14 de Marzo. Ahora si Arabia Saudita quiere recuperar el control en Líbano y Siria, entonces no tuvieron más remedio que acabar con el gabinete de Mikati, que se formó tras el derrocamiento del protegido saudita, Saad Hariri; si este es el caso, Salam se erige como una figura de transición en el camino hacia la transformación de Líbano en una base de retaguardia de apoyo a la oposición siria.
La sucesión de acontecimientos políticos de las últimas semanas en el país indican un fuerte descenso del rol pivotal que históricamente ha tenido Siria dentro de Líbano, pero Damasco aun no ha perdido totalmente su influencia en el sistema político libanés; de hecho las facciones pro-sirias seguirán siendo fuertes, pero la influencia de esos partidarios ya no dependerá tanto de lo que sucede en Siria, sino de los acontecimientos en Líbano. En los últimos años, el consenso entre Arabia Saudita y Siria, es considerado como un requisito previo a la concreción de los principales acuerdos políticos en Líbano, incluyendo la designación del Primer Ministro; la elección de Tammam Salam -miembro de la 14 de Marzo- fue anunciada luego de la bendición de Arabia Saudita, en coincidencia con la visita de Salam a Riad.
Durante los 15 años de hegemonía siria en el Líbano, Damasco instaló una estructura paralela de poder, que con el tiempo adquirió vida propia y más aún a partir de la situación en Siria; esta estructura no es compartida por Hezbollah -firme aliado sirio en Líbano- ya que no tiene interés alguno en Damasco dicte sus planes para Líbano, debido a que colisionan con las prioridades nacionales del partido: mientras que Hezbollah tiene interés en la estabilidad política interna, Siria quiere el caos entre sunitas y chiitas. Por ello Arabia Saudita recuperará su influencia anterior, de hecho hasta podría crecer un poco más, pero sólo dentro de ciertos límites ya que la tensión sectaria dentro de Líbano es tal que quien ejerce el poder tendrá que tomar en cuenta los intereses de la otra parte, ya que si no afrontaría un caos social.
Lejos a quedado la idea de Hezbollah que Al-Assad no sería derrotado y que el "eje de resistencia" Irán-Siria-Hezbollah perduraría en el tiempo, Hezbollah no ha tenido más opción que apoyar al régimen sirio y seguir el ejemplo de su principal aliado, Irán; sin embargo, al tratar de reforzar al régimen de Al-Assad, la los chiitas se están exponiendo. Hezbollah, que aspira a ser un movimiento de resistencia pan-islamista, se ha reducido por causa de la guerra civil siria en una milicia sectaria que deberá lidiar con la creciente oposición que tales acciones despiertan dentro de Líbano.
La pregunta es ¿Hezbollah se transformará en un partido político, reduciendo su lado militar, aun bajo la amenaza de una Siria sunita-salafista?
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