miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Los rebeldes sirios o líbaneses?



Una cantidad no precisa de sunitas libaneses está siendo formada por miembros del Ejército Libre Sirio (ELS) en Líbano para luego participar de los enfrentamientos contra el gobierno sirio; los instructores son sirios pero también hay libaneses que lucharon en recientemente en Bab Amr y Homs. De acuerdo con Rakan Jaafar, el alcalde de la aldea chiita de Qaa, cercana a la frontera, los sunitas que apoyan la oposición siria "son todos extremistas” y vaticinó que las cosas van muy mal si logran tomar el control en Siria.

La mayoría de los voluntarios se han unido a las brigadas regulares del ELS, pero de acuerdo a los militantes libaneses aliados del ELS, hay una unidad libanesa de entre 20 a 30 hombres que operan exclusivamente entre la frontera y la ciudad siria de Qusayr; pero se estima que unos 300 libaneses -desde el valle de la Bekaa- se han unido a los combates contra el régimen de Al-Assad. Muchos de los milicianos libaneses no tienen experiencia en el combate, a pesar que habían servido en el ejército libanés, pero antes de partir hacia Siria, recibieron un entrenamiento básico en el manejo de armas y técnicas de guerra de guerrillas en un campo de entrenamiento ad hoc en el norte de la Bekaa.

Este programa de entrenamiento militar, a pequeña escala y rudimentario, comenzó a raíz de la breve ocupación de Hezbollah del oeste de Beirut -en mayo de 2008- como una respuesta a la decisión del entonces gobierno de cerrar la red privada de comunicaciones de Hezbollah. La situación fue el detonante de una semana de enfrentamientos entre facciones que dejó más de 100 muertos, llevó al país al borde de la guerra civil y dejó a muchos sunitas con sentimientos de humillación y resentimiento hacia los chiitas.

Las autoridades sirias culpan de la violencia a "bandas armadas terroristas" y se han quejado ante ONU que Líbano alberga a "elementos terroristas", además Damasco afirma que Al-Qaeda es responsable de varios ataques devastadores con coches bomba en Damasco y Alepo pero los voluntarios libaneses sostienen que ellos son simplemente musulmanes devotos participan en la yihad. Sostienen que occidente tiende a confundir a los musulmanes que defienden a otros musulmanes como elementos de Al-Qaeda; sin embargo, es evidente que gran parte de la oposición armada ha aprovechado las raíces religiosas para reclutar elementos sunitas donde persisten sentimientos adversos a los chiitas y por ende anti-Al-Assad.

Yasser Arabi, un libanés que fue detenido por las fuerzas sirias a principios de esta semana en Kfarqouq en el distrito de Rashaya, al sureste del Líbano, fue liberado según su hermano, Mohammad Arabi, dijo el ex MP Faisal Dawoud quien le informó de la liberación de su hermano y dijo que se encuentra en buen estado de salud. Yasser Arabi fue secuestrado por los guardias fronterizos sirios, después que presuntamente disparó y mató a un libanés y otros dos resultaron heridos la noche del domingo en la zona fronteriza; pero el sitio de noticias El-Nashra dijo que los guardias sirios dispararon contra tres traficantes libaneses, matando a Rami Al-Asmar e hiriendo a Yasser Arabi y a Zeineddine Bilal, mientras ellos estaban tratando de infiltrarse en territorio sirio.

Líbano es considerado como el patio trasero de Siria y Trípoli se ha convertido en la base para los rebeldes, de acuerdo con los sirios; Damasco ha enviado una carta a ONU a los libaneses de ayudar a Al-Qaeda y a la Hermandad Musulmana para establecerse a lo largo de la frontera con Siria facilitando también el contrabando de armas y suministros para el ELS. Arabia Saudita, Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos instaron desde la primera cumbre de “Amigos de Siria” sobre la necesidad de armar a los rebeldes; a ello se suman las tensiones con Siria por lo que sería más lógico la influencia saudita en los sunitas devotos que la llegada de una célula de Al-Qaeda, acérrimo crítico de los sauditas.

Los actuales enfrentamientos dentro de Líbano son en realidad los efectos de otro conflicto, así los recientes enfrentamientos entre sunitas y alawitas en Trípoli responden más al conflicto macro entre Irán –aliado de Siria y Hezbollah- y Arabia Saudita –líder de los sunitas-. Por su parte, los desarrollos en Siria son una evidencia de las tensiones entre Occidente y Rusia, en una suerte de deja vú de la Guerra Fría, que no ha sido resuelto aún.


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